Opinión

UN MUNDO MÁS CERCANO

Al apego al derecho, por antonomasia, Chile suma lo tridimensional del territorio (continental, marítimo/insular, antártico), como una singularidad adicional a su perfil estratégico, que le facilita abordar con autoridad asuntos afines a la Convención del Mar, Espacio Ultraterrestre y Sistema Antártico, que junto con los recursos naturales diseminados en una vasta franja de costa al Pacífico, le reportan, además de presencia, musculatura negociadora en los distintos ámbitos de su incumbencia. La Cancillería, en la búsqueda por posicionarse en un escenario cada vez más evolutivo y menos clasificable, necesita evaluar la percepción de la ciudadanía sobre el CS y la imagen que proyecta, toda vez que su eficacia respecto de focos de tensión que proliferan en el planeta puede percibirse frágil. La pertinencia de involucrarse o no en ciertas contingencias, que no están en la órbita inmediata de la diplomacia nacional, como sería, por el ejemplo, el desafío del Estado Islámico que irrumpe recientemente, aconseja un análisis permanente del acontecer para asumir compromisos acordes con el interés nacional. 

Su capacidad puede ser reducida en razón de recursos o ubicación geográfica, pero eventualmente cabe apoyar una condena específica o hacer un aporte oportuno, sopesando la magnitud de la situación.

Cualquier iniciativa del CS que implique acuerdos, imposición de sanciones o control de daños, merece el seguimiento acucioso de la parte chilena, asumiendo que la decisión que adopte afectará la receptividad del mensaje en las audiencias de los países miembros y de otros sectores. 

Chile ha tenido protagonismo en señaladas ocasiones: baste la Declaración de Derechos Humanos de 1948 y las alternativas de la invasión a Irak. Si bien la ONU nace en un mundo diferente, los principios son los mismos; la temática global es la que se diversifica y la aproximación de cada Estado puede mutar al tenor de un debate multidisciplinario que corresponde acompañar.

La conexión con el ejercicio del poder resulta vital para las aspiraciones de cada cual; conforme el acento geopolítico del debate y el capital de la cultura, son neurálgicos para interpretar una partitura que ubica a la democracia y los derechos humanos como eje estratégico. Diseñar, entonces, una estrategia de posicionamiento en este contexto, facilita ponderar ¿qué sabemos? de los otros y de nosotros mismos, para enfatizar fortalezas y neutralizar debilidades, en un emprendimiento que inclusive debe considerar la dimensión virtual/digital, especialmente, cuando lo exótico es desafiante y todo se vuelve global. La pregunta que surge es si lo estamos logrando.

 

Fuente: La Tercera