Opinión

Integración contra el terrorismo

JE Cheyre cuadrDurante la última semana el terror ha sido el tema recurrente en debates internacionales. Se busca la forma de enfrentar una amenaza que, lejos de disminuir, cada día sobrepasa a los sistemas de control y que, hasta ahora y en una suma tal vez incompleta, arroja un saldo de más de 6.000 víctimas fatales.

En su definición más simple, terrorismo es la sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. Busca imponer el miedo para de esa forma presionar a la sociedad, a los gobiernos y al sistema internacional, a fin de ejercer poder en aras de lograr sus objetivos. Hoy puede afirmarse que el terrorismo ha pasado a ser un fenómeno global. De ello da cuenta el hecho de que en los últimos años acciones de esta naturaleza han tenido lugar en Moscú, Yakarta, París, Madrid, Londres Mumbai, Bali, Baga (Nigeria), Dinamarca, Túnez, Yemen, Egipto y Turquía, entre muchos otros países y ciudades del mundo. Las cifras de atentados y muertes dan cuenta de que la estrategia para enfrentar esta amenaza ha sido fallida. Lo anormal de este tipo de guerra se ha transformado en la más normal de las expresiones de violencia.

Los últimos atentados en Bruselas llevaron a la UE a admitir la falta de coordinación en la lucha antiterrorista. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, culpó directamente a los socios de la UE de pasividad contra el terrorismo y de no acatar los acuerdos que daban orientaciones de cómo enfrentarlo.

En América Latina y Chile no hemos sufrido manifestaciones mayores del terrorismo internacional. Sin embargo tenemos expresiones del mismo flagelo en otras magnitudes y por otras causas. Nada nos asegura que no puedan desarrollarse actos vinculados a este fenómeno global. A la fecha, la región ha sido incapaz de adecuar sus sistemas de seguridad al contexto actual y la criminalidad en América Latina alcanza niveles mundiales de inseguridad y muertes.

Resulta ambicioso delinear bases para pensar una estrategia efectiva que revierta la situación de inseguridad ante el terrorismo. Sin embargo, es posible afirmar algunos componentes básicos que deberían considerarse. Lo primero, aunque parezca obvio, es asumir al terrorismo como amenaza global, algo que ni siquiera los socios europeos logran materializar en una respuesta global. Se requiere entender que terrorismo, crimen organizado, tráfico de drogas, descontrol aduanero, lavado de dinero, redes de internet son componentes que el terrorismo utiliza interrelacionadamente; de allí la necesidad de consensuar acciones que generen un control efectivo de estos flagelos. Los servicios de información requieren complementarse a nivel nacional e internacional; hoy la falta de integración interagencial a nivel país, y más aún entre los Estados, está dejando amplio espacio para que el terrorismo los sobrepase. Se requiere una legislación internacional que amplíe el concepto de "terrorista" y tipifique mejor las penas a quienes promuevan, planifiquen, instruyan y apoyen logísticamente o de cualquier manera a los terroristas.

Se debe también regular y emplear tecnología de punta en controles de fronteras, reservas aéreas, verificación de datos, revisión de movimientos y desplazamientos, control de documentación y equipajes. Todas estas medidas, aunque molestas, necesitan ser implementadas cruzando información y sofisticando sistemas. Adicionalmente, se precisa una educación que fortalezca los valores y dignidad del ser humano y que rechace todo tipo de violencia. Ayudaría el desterrar las visiones xenofóbicas o la sobresimplificación que lleva a asumir que el enemigo es todo aquel que nos parezca musulmán o cualquier otra visión sesgada que juzgue con prejuicios a quienes nos parezcan diferentes, al "otro". La tolerancia y el cultivo de la interculturalidad son vitales.

La necesidad de evitar que el terrorismo global llegue a afectarnos, por una parte, y, por otra, la urgencia de enfrentar la criminalidad en América Latina hacen necesario que en la agenda de integración de una vez por todas se incluya una definición de estrategias, organizaciones y formas de actuar que en forma efectiva nos permitan vivir en una América Latina con altos niveles de seguridad que hoy no existen. Es una tarea pendiente para los Estados y organizaciones internacionales regionales que cobra urgencia.

Fuente: El Mercurio