Opinión

Cambiemos el foco

Jorge Sahd

Si a usted le preguntaran cuál es el tema de mayor preocupación a nivel mundial en la actualidad ¿qué respondería? El estudio Edelman Trust Barometer hizo esta pregunta y los resultados no dejaron de sorprender. No fue la globalización, la inmigración ni la automatización del trabajo la principal preocupación. Fue nada da más ni nada menos que la corrupción. Los encuestados indicaron que ésta se ha expandido en las instituciones, poniendo en riesgo el bienestar de los ciudadanos y el desarrollo de los países.

Este fue el tema central del foro global sobre Anti-Corrupción e Integridad organizado por la OECD, donde la corrupción y su relación con la desconfianza pública fueron el motivo de discusión y formulación de propuestas. Lo interesante de su estudio Trust and Public Policies es que la desconfianza no sólo se asocia a la falta de integridad, sino también a la calidad de los servicios públicos provistos por el Estado. Es decir, un elemento crítico para recuperar la confianza se relaciona con la calidad de la gestión pública, tema poco discutido aún en nuestro país.

Volvamos a la corrupción. Lo complejo de estas conductas es que van encontrando nuevas formas día a día. Los sobornos, cohechos o tráficos de influencia se han sofisticado y han sido posibles de descubrir fundamentalmente a través de denuncias desde el interior de las organizaciones. El endurecimiento de las regulaciones extranjeras, como la Foreign Corrupt Act norteamericana o los múltiples programas de compliance forman parte de las respuestas. Pero la corrupción presenta otro problema: en el ambiente de desconfianza que vivimos, se califican como corrupción muchas otras prácticas legítimas y propias del sistema democrático.

Es lo que ocurre hoy en Chile con algunas materias de probidad y buen gobierno, como son la ley del lobby o la regulación de los conflictos de interés, conocida también como “puerta giratoria” público-privada. Si bien es relevante proponer regulaciones que doten de mayor transparencia a la gestión de los grupos de interés ante las autoridades; o que se haga cargo de los riesgos de captura del regulador y del uso de información para uso personal, el análisis no puede agotarse ahí. Es necesario cambiar el foco y no quedarse sólo en la aproximación negativa a estas materias.

El cambio de foco en el discurso es más relevante aún en un ambiente de desconfianza. En materia de lobby, el discurso público debe partir por reconocer que el lobby es una actividad legítima en un proceso democrático y que lo relevante es que exista transparencia sobre la participación de los grupos de interés y la igualdad de trato que debe dar la autoridad. En el estudio Lobby Law in Chile: a Pathway toward Reducing Inequality realizado por el Centro de Estudios Internacionales UC, fue posible concluir que la ley está teniendo una progresiva aplicación y que puede convertirse en una poderosa herramienta para democratizar el acceso a las autoridades.

Respecto de la llamada “puerta giratoria”, lo que se busca es regular potenciales conflictos de interés al transitar al sector regulado o fiscalizado, a la vez de evitar que se utilice información e influencia que se obtuvo en razón del cargo, para beneficio personal. No obstante, ha estado totalmente ausente del debate cómo buscamos mecanismos para promover que más personas provenientes de distintos mundos trabajen en el Estado. No puede dejar de alarmarnos que, según cifras del Servicio Civil, los candidatos a puestos de alta dirección pública provenientes del sector privado son cada vez más escasos. Si queremos darle aire fresco a la gestión estatal y aprovechar la experiencia pública en el mundo privado, es necesario incentivar la transición público-privada.

La confianza pública ya no es un indicador de éxito de los gobiernos, sino un elemento necesario para su efectividad. Los desafíos que enfrenta Chile en materia de probidad y buen gobierno se juegan hoy en la relación gobierno-empresa-sociedad civil. El desafío entonces es cómo desde las políticas públicas y la academia comenzamos a cambiar el foco de la discusión, regulando adecuadamente estas complejas materias, pero dejando de lado el sesgo negativo con que suelen abordarse.

Fuente: Diario Financiero