Opinión

Proteccionismo 2.0

La batalla por el libre comercio nunca ha sido fácil. En “Las Horas más Oscuras”, el novelista Anthony McCarten ralata cómo a principios del siglo pasado el entonces diputado por el partido conservador, Winston Churchill, desafiaba a sus propios correligionarios para abrir la economía británica, tensión que contribuyó a su renuncia al partido. En los años ‘70, un grupo de economistas en Chile desafiaba las ideas preeminentes de la época, basadas en aranceles altos y prohibición de importar ciertos productos. El libre comercio logró imponerse y fue la infraestructura de la globalización.

Sin embargo, el proteccionismo es una amenaza permanente y una tentación política. Es una herramienta para prometer falsamente la protección de las industrias locales y puestos de trabajo. Sirve de excusa, además, para ocultar los males propios de una economía y atribuirlos a la acción de terceros. Y, finalmente, es una buena arma para administrar las preocupaciones y miedos de la población, aún expectante con los efectos del progreso tecnológico y la globalización en su bienestar personal.

Tradicionalmente, la batalla contra el proteccionismo se jugaba en la cancha de los aranceles y cuotas. El acceso a los mercados, por tanto, se medía en la capacidad de lograr rebajas arancelarias o eliminación de cuotas para los productos. Organismos como la OMC y la extensa red de tratados comerciales fueron la base para la apertura de las economías al mundo. Chile fue exitoso en esta materia, bajando unilateralmente sus aranceles, promoviendo las exportaciones y negociando exitosamente un conjunto de acuerdos comerciales que actualmente representan más del 90% de nuestro intercambio.

Hoy el proteccionismo tomó nueva fuerza.

La frustración de los llamados “perdedores de la globalización” y la tardía reacción de la comunidad internacional en comunicar con mayor claridad los beneficios del comercio, han colaborado con el Proteccionismo 2.0. El reporte del Edelman Trust Barometer 2017 nos muestra que cerca del 50% opina que los países no deberían entrar a nuevos acuerdos de libre comercio, ya que perjudican a los trabajadores locales. Esta frustración sigue desarrollándose y el proteccionismo se ha convertido en una expresión del populismo y bandera de lucha de los movimientos anti establishment.

El Proteccionismo 2.0 es más sofisticado que su primera versión. Ya no es un asunto de cuotas o aranceles, sino de múltiples regulaciones legales y trabas administrativas impuestas por autoridades. Por lo mismo, se habla de un proteccionismo behind-the-border, donde normas de propiedad intelectual, limitaciones al comercio de servicios o controles a la inversión extranjera están siendo utilizadas crecientemente como barreras de entrada. El tema adquiere tal importancia que consultoras expertas como Eurasia han calificado el Proteccionismo 2.0 como uno de los diez riesgos globales para este año.

¿Qué consecuencias tiene para Chile este Proteccionismo 2.0? Lo primero es la necesidad de reforzar la preparación de nuestros negociadores. El proteccionismo actual es más complejo y se da en ámbitos sectoriales. Ya no basta con la habilidad para negociar, sino que además se necesita un conocimiento acabado y de detalle de qué se está negociando. Lo segundo es un manejo altamente profesionalizado de los grupos de interés, tanto para promover un mayor diálogo público-privado como para saber manejar las distintas presiones sectoriales. A mayor cantidad de materias a negociar, mayor número de grupos interesados en promover sus agendas.

Se equivocan quienes piensan que Chile ya hizo su tarea en materia comercial. Hoy aparece un nuevo desafío para nuestra política, de enfrentar adecuadamente el Proteccionismo 2.0. El liderazgo de nuestro país en importantes bloques liberalizadores, como el TPP 11 y la Alianza del Pacífico, y un mayor acompañamiento a nuestras empresas e inversionistas en este nuevo mundo de protecciones, son tareas prioritarias para la nueva etapa.

Fuente: Diario Financiero

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