Opinión

¿Por qué Chile le dice “no” al proteccionismo?

En los últimos años hemos sido testigos que ciertos países han ido modificando su política comercial desde la idea del libre comercio a la idea del proteccionismo, con la errada creencia de proteger su economía nacional. Como ejemplos de esta situación tenemos el Brexit, donde Inglaterra decidió salir de la Unión Europea, así como la salida de Estados Unidos del Tratado de Asociación Transpacífico (TPP) y la imposición de tarifas arancelarias por parte de Estados Unidos, lo que ha generado la denominada guerra comercial entre Estados Unidos y China. Esta última situación se ha agudizado las últimas semanas, dando pie a una escalada comercial que también involucra a la Unión Europea, Japón, México y Canadá, a través de nuevas restricciones impuestas por Estados Unidos.

Frente a estas situaciones, Chile ha alzado la voz y ha dado clara muestras de evitar el camino proteccionista. Entonces la pregunta es: ¿Por qué nuestro país ha resultado un actor clave en Latinoamérica en pos de proteger el libre comercio? Porque sabemos muy bien que sólo mediante esta vía se crea prosperidad económica. No por nada Chile es el país con más acuerdos comerciales en el mundo, lo que permite exportar nuestros productos, con aranceles reducidos o inexistentes, a más de 64 economías a nivel global. Junto con lo anterior, Chile también es suscriptor de numerosos acuerdos de promoción y protección recíproca de inversiones con diversos países. Así, es de suma relevancia que haya sido Santiago, la ciudad elegida para la firma del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico, también llamado TPP-11, por cuanto es una ventana al mundo que viene a confirmar esta tendencia de apertura comercial.

Ahora bien, dentro los beneficios que el libre comercio ha traído a nuestro país, está el mejorar la competitividad de las empresas mediante el ingreso de nuevos agentes al mercado; y junto con ello también se ha incrementado el flujo de inversión extranjera directa, la cual es una de las principales vía mediante la cual el Estado recibe ingresos. Por otro lado, los consumidores también se han visto beneficiados, ya que ahora éstos tienen acceso a más bienes y a precios asequibles. Finalmente, el libre comercio también ha permitido el aumento del empleo, ya que se ha posibilitado la creación de puestos de trabajo tanto en el mercado de origen como en el chileno, lo cual también ha contribuido a reducir las brechas económicas de la sociedad en su conjunto. En este mismo sentido, el Banco Mundial ha señalado que en las últimas décadas, Chile ha sido una de las economías de más rápido crecimiento en Latinoamérica, y que ello ha permitido una importante reducción de la pobreza. “Por ejemplo, entre 2000 y 2015, la proporción de la población considerada pobre (US$ 4 por día) se redujo del 26 a 7.9 por ciento.” (Banco Mundial, 2018).

Es posible, indicar entonces que nuestro país va bien encaminado al haber fortalecido las políticas de apertura económica en contraposición al proteccionismo. Pero no por ello se debiera pensar que la tarea está finalizada, ya que en un mundo globalizado como el actual, nuestro país enfrenta nuevos desafíos; tales como el promover la competitividad, mediante la diversificación de productos y servicios que transa en el mercado global, evitando así ser sólo un productor de materias primas, y comenzar a trazar el camino para convertirse un líder en Latinoamérica en los procesos de innovación y fomento de la tecnología. Lo cual, sin duda se traducirá en una mejor calidad de vida para todos los chilenos.