Opinión

Lo que pierde (y gana) Donald Trump

Terminada las elecciones legislativas de midterm en Estados Unidos, de lado y lado se anuncian ganadores y perdedores. La mayoría de los medios no tardó en
dar por perdedor a Donald Trump, mientras el Presidente anunciaba exultante su victoria por Twitter.

¿Quién ganó realmente estas elecciones? Por números, los demócratas. De acuerdo a cifras preliminares delNew York Times, el Partido Demócrata se impondría anivel nacional por un margen de 7%, concentrando sus preferencias entre las mujeres y los jóvenes, mientras los hombres están por estrecho margen a favor de los republicanos. Después de ocho años, los demócratas vuelven a ganar la Cámara de Representantes, tal como lo anticipaban los pronósticos, y hasta el cierre de esta edición se seguían dando algunas sorpresas en el Senado. Las percepciones crean realidades y quedó instalado que el oficialismo perdió el Congreso, aun cuando los republicanos confirmaron su mayoría en el Senado.


Pierde Trump. Una Cámara dominada por la oposición tendrá mayor control presupuestario sobre las múltiples medidas que el Presidente pretende impulsar. Las órdenes ejecutivas, utilizadas profusamente por Obama y ahora por Trump, serán inoficiosas si no cuentan con financiamiento de parte de la Cámara. Reformas como migraciones, salud o el icónico muro con México serán doblemente difíciles de concretar con la nueva composición del Congreso. En política interna, el
margen de acción de Trump se reducirá.

¿Significa entonces que los demócratas pueden celebrar? De ningún modo. La tradición americana tiende a favorecer los equilibrios del control político del Ejecutivo y el Capitolio. La clave está en que, en su aparente derrota, Trump suma varios triunfos.

Primero, gana en política exterior. El Presidente seguirá teniendo amplias facultades, incluyendo la posibilidad de una agenda comercial agresiva y proteccionista. Así como pierde en reformas internas, la propia ley otorga amplias facultades a los mandatarios en política externa. Además, un grupo importante de demócratas apoya las barreras al comercio y pocos republicanos estarán dispuestos a sacar la voz públicamente contra el Presidente. Sólo una masiva y organizada protesta de los consumidores podría frenar la agenda proteccionista, cuando la guerra comercial llegue a sus bolsillos con mayores precios.

Gana Trump, porque esta elección demostró que el Partido Demócrata aún no tiene una figura que se proyecte para la carrera presidencial. Por parte de los republicanos, ¿alguien podría dudar que el candidato será Trump? A pesar de un estilo que muchas veces avergüenza, su partido no puede estar más contento: la economía muestra cifras impresionantes, al menos en el corto plazo, con el desempleo más bajo en casi medio siglo, un crecimiento proyectado cercano al
3% y los salarios al alza. Celebran, además, su reforma tributaria, la desregulación administrativa y las nominaciones a la Corte Suprema.

Están dadas las condiciones para que Trump sea un candidato competitivo nuevamente. El entorno actual de polarización lo favorece. Si algo quedó claro en esta elección es que la moderación fue la gran perdedora: los demócratas se movieron más a la izquierda, los republicanos a la derecha. La de “tiempos de guerra” es una cancha que maneja hábilmente Trump. Nada hace prever que en los próximos dos años el ambiente político cambie.

La gran pregunta es cuánto durará el creciente ciclo de polarización en Estados Unidos y el mundo. O, en otras palabras, hasta cuándo tendrá bencina el estilo Trump.

Fuente: Diario Financiero