Opinión

Al segundo round del TPP11

El primer round legislativo fue discreto: poca deliberación, abundancia de noticias falsas en las redes sociales, panfletos advirtiendo que “Chile está en peligro”, y amenazas contra parlamentarios que votaran a favor del acuerdo. Todo esto, en torno a la aprobación del Acuerdo de Asociación Transpacífico, conocido como TPP11.

La excusa ya no es Estados Unidos ni su Presidente Trump, cuyo nivel de aprobación sólo llega a un 30% entre los chilenos (encuesta Cadem). De hecho, el país que estratégicamente impulsó el TPP para fijar las reglas del comercio “para China, pero sin China”, abandonó súbitamente su plan con la llegada de Donald Trump al poder.

El argumento tampoco puede ser que no vale la pena suscribir un tratado con países con los que Chile ya tenía acuerdos. ¿Acaso pensaremos que la realidad del mundo es estática, donde todo lo que sirvió en el pasado sirve actualmente? La economía cambia, la innovación penetra con rapidez en la población y las reglas deben adaptarse a los nuevos tiempos. Normas que hace 10 años eran funcionales no necesariamente lo son hoy, cuando la economía digital, el flujo de datos entre países y la integridad de los mercados se hacen cada vez más necesarios.

Pensar que la soberanía nacional está en juego y que el TPP11 obligará a consultar a las empresas multinacionales sobre cualquier cambio de nuestras leyes, es una noticia falsa con mayúsculas. Tan desviada está la discusión, que pocos reparan en la importancia de que nuestras empresas e inversiones en el exterior gocen de mayor protección frente al riesgo político, a través de un mecanismo de solución de controversias más expedito y efectivo. Del mismo modo, sería bueno recordar que nuestras propias leyes domésticas ya establecían un trato no discriminatorio al inversionista extranjero, mucho antes de la existencia del TPP.

En este contexto de mitos y fake news, es valorable el rol de algunos medios de comunicación de abrir el debate y permitir contrastar con hechos los mitos y falsedades en torno al TPP11 que terminaron confundiendo a la opinión pública.

¿Por qué llegamos a este punto, donde aún cuando transversalmente se han señalado los beneficios del acuerdo, su aprobación casi se cae en la Cámara de Diputados? ¿Por qué nos cerramos a un tratado que mejorará nuestra posición en un mercado de 500 millones de personas, con claras preferencias para productos excluidos anteriormente y mejor acceso en los mercados de Japón, Vietnam, Canadá y Malasia? ¿Por qué no aspirar a jugar en las grandes ligas y retomar esa tradición de Chile como líder en la apertura comercial e integración a otras economías? ¿O acaso queremos limitar las posibilidades de Chile y sus regiones de dar un salto en su internacionalización?

La razón es una sola: la discusión hoy en el Congreso, al igual que otras reformas, es netamente política. La técnica ha sido desplazada, e incluso despreciada, por importantes sectores. No basta con mostrar la evidencia y explicar los beneficios concretos que representa el TPP11. El primer round en la Cámara fue 100% político y, en esa cancha, los mitos y afirmaciones antojadizas pueden imponerse a la discusión basada en información y evidencia.

El segundo round en el Senado puede ser distinto. Algunos de sus integrantes tienen amplia experiencia en negociaciones internacionales y saben la importancia de profundizar la apertura comercial de Chile. Un sano ejercicio de deliberación pública, donde la evidencia se imponga a los mitos, legitimará el trabajo de nuestros legisladores.