Opinión

Desde Argentina: "Chile, no llores por mí"

12 de abril de 2016. Una amplia delegación del Consejo empresarial Chile-Argentina se reunía con el Presidente Mauricio Macri, después de varios años sin visitas al país trasandino. Altas expectativas, promesas de una “nueva Argentina”, con mayores inversiones, mercados más abiertos e integrados con Chile.

11 de agosto de 2019. Se dan a conocer los resultados de las primarias presidenciales argentinas (PASO), donde la dupla Alberto y Cristina Fernández se impone categóricamente a la fórmula Macri-Pichetto. Devaluación del peso sobre 15%, el índice Merval desplomándose con una caída del más del 30%, y la cotización de acciones chilenas en ese mercado a la baja. Castigo a una economía deprimida, con un 32% de pobreza, inflación de más de un 20% y un ajuste fiscal acordado con el siempre resistido, por el país vecino, Fondo Monetario Internacional.

¿Cómo podría afectar los intereses de Chile un cambio de timón en Argentina? ¿Será que la tragedia que vaticinan algunos analistas podrá tener impacto acá? Las declaraciones de la lista triunfante han sido más moderadas de lo esperado y la tarea urgente es asegurar la gobernabilidad del país hasta las elecciones. Pero hay intereses que Chile debe cautelar con fuerza.

Lo primero son las crecientes inversiones en Argentina, hoy ubicada entre los principales destinos de capitales chilenos. Importantes firmas como Cencosud, CCU y Latam han apostado por ese mercado ante la expectativa de contar con reglas claras y estables. La certeza jurídica es fundamental y tenemos el triste antecedente del entonces Presidente Néstor Kichner, cuando decidió unilateralmente restringir la venta de gas natural a nuestro país, pasando por alto acuerdos de inversión y compromisos pactados.

Por otro lado, deben continuar los esfuerzos de una mayor integración energética con el país vecino. El acuerdo entre los presidentes Macri y Piñera para importar gas natural argentino desde el yacimiento Vaca Muerta es una oportunidad para abastecer a zonas del sur y australes de Chile, además de avanzar en el plan de descarbonización. Dejar trunca esta iniciativa nos haría recordar los peores fantasmas del pasado y quebraría las confianzas entre ambos países.

Tercero, la integración comercial de la región. Argentina no es de nuestros principales socios comerciales, pero los últimos años se ha logrado un mayor compromiso del gobierno de Macri con Mercosur y su convergencia con la Alianza del Pacífico. Una agenda concreta y realista entre ambos bloques sí puede contribuir a dinamizar el comercio en la región y facilitar el intercambio. El hipotético triunfo de Alberto Fernández puede amagar estos esfuerzos si muestra el mismo desinterés que su compañera de lista respecto del Mercosur.

En lo político, la pregunta es cómo se reinsertaría Argentina en una región con menor afinidad ideológica con el kirchnerismo que en el pasado, con la acción del Grupo de Lima y el aún emergente Prosur. El canciller Ribera ha establecido como prioridad las relaciones vecinales, por lo que asoma como desafío mayor mantener la coordinación política con Argentina en la región.

Seguimos soñando con una América Latina donde la fortaleza institucional dé mayor estabilidad. Pero la realidad es que vivimos en una región donde seguimos siendo rehenes del ciclo político. Una región que, de tanto en tanto, nos puede hacer llorar.