Opinión

Al rescate de la Unión Europea

O salimos juntos o corremos el riesgo de hundirnos”. El llamado del Primer Ministro de Italia, Giuseppe Conte, ante el Senado de su país, muestra que la Unión Europea se juega su futuro político en la respuesta a la crisis del coronavirus.

Con el foco de atención en Estados Unidos y China, la discusión sobre la cuestión europea ha pasado a un segundo plano, sin darnos cuenta de las potenciales consecuencias que tendría para la globalización una Unión Europea tensionada y debilitada en su histórico concepto de “solidaridad”.

Así lo ha advertido el Presidente francés, Emmanuel Macron, en entrevista al Financial Times. Aleta que la UE enfrenta su “momento de la verdad”, entre transformarse en un simple mercado común o subsistir como un proyecto político. La negación de ayudas financieras a los países más afectados, señala, puede dar un impulso al populismo y nacionalismo. La necesidad de una auténtica “solidaridad europea”, a través de eurobonos con garantía común para todos los países podría contener los afanes anti-UE, finaliza.

La Unión Europea enfrenta una crisis política que el covid-19 ha hecho más patente. Alemania y Holanda, por un lado, lideran la oposición a un rescate financiero común, que implicaría subsidiar a aquellos países menos responsables fiscalmente, como Italia y España. Por su parte, los países más afectados no están dispuestos a acepta mecanismos restrictivos de estabilización financiera como los aplicados en el pasado a Grecia.

Este delicado cuadro político presenta una oportunidad de unidad para los populistas de norte a sur en Europa. Unos acusarán que sus gobernantes están subsidiando a países irresponsables, desentendiendo las urgencias de sus propios ciudadanos; los otros países resentirán la falta de solidaridad europea y crecerán la falta de solidaridad europea crecerán los intentos de salirse del bloque, siguiendo el fenómeno del Brexit. Estas presiones internas dificultan la toma de decisión de países clave como Alemania, Francia e Italia. Saben que una acción colectiva puede terminar poniendo en riesgo sus posibilidades electorales.

Los problemas de gobernanza de la UE, como viene sucediendo con el multilateralismo en general, tampoco ayudan a destrabar estas divisiones políticas. La percepción de inutilidad de Bruselas ha tomado fuerza y da mayor pie a aventuras nacionalistas, en un escenario económico que se prevé particularmente duro para el bloque, con una caída del 7,5% del PIB, según el FMI.

El llamado de Macron es de auxilio. Si Europa no ayuda a los europeos, el golpe más duro a la globalización podría venir desde esas tierras. Así como la UE ha ayudado a inmigrantes, al cambio climático o a la cooperación científica, hoy se muestra dudosa de apoyar a sus propios miembros. Si eso persiste, los europeos presionarán por abandonar la UE y se volverán a sus naciones, sin un plan alternativo que lo sustente.