Opinión

Los primeros 100 días de Biden

El candidato más votado en la historia de una elección presidencial norteamericana, con 74 millones de votos. El artífice de la recuperación de bastiones demócratas como Wisconsin, Michigan y Pensilvania, y eventual triunfador del tradicionalmente estado republicano de Arizona. Ese es Joe Biden, Presidente electo de los Estados Unidos

¿Reflejo de una verdadera “ola azul”? De ningún modo. Deja en el camino a Donald Trump, el perdedor más votado en la historia, que aumentó su apoyo en 7 millones (15% más que 2016), subió la representación en la Cámara, mantendría mayoría republicana en el Senado, y consolida una Corte Suprema conservadora. El mismo que era favorito indiscutido antes de la pandemia y que perdió ajustadamente con todos los medios, encuestas y líderes de opinión en contra.

Los primeros 100 días del gobierno de Biden parten con esta realidad: una sociedad americana dividida, con una polarización acelerada los últimos cuatro años y con creciente desprecio al establishment político. Trump juega en esa cancha a la perfección, pero Biden sólo puede salir derrotado en ese partido, pues no es propio de su estilo ni trayectoria. Su primer desafío será político: cómo encauzar esa polarización, negociando temas claves con un Senado republicano y conteniendo los embates de la nueva generación más izquierdista del Partido Demócrata. De lo contrario, su gobierno puede caer en un síndrome de “pato cojo” anticipado. Este desafío se cruza con la emergencia de la pandemia. Con casi 10 millones de contagios, sigue sin ceder en muchos estados. Biden deberá establecer una nueva estrategia de trabajo con los gobernadores e intentar sacarla del símbolo de división de estos meses. Así como Trump bailó “con la fea”, es probable que al primer año de Biden surja la vacuna para combatir el virus, cosechando un éxito para su gobierno.

Las señales de Biden para recuperar la economía asoman como una tarea fundamental. La economía lideró las preferencias de los votantes y explica la ajustada diferencia de las elecciones. Trump se percibía más capacitado para manejar la recuperación y la mayoría de los americanos considera que hoy está mejor económicamente que hace cuatro años. Biden deberá demostrar que tiene capacidad para liderar la recuperación y postergar reformas en la dirección contraria, como la anunciada reforma tributaria.

Un último desafío es de política exterior. Siendo un tema cada vez menos relevante en la intención de voto, la política exterior consume tiempo y atención en los presidentes americanos. Si Trump impuso la doctrina del “abandono”, Biden instaurará la doctrina del “retorno”. Una de sus primeras medidas será el reingreso al Acuerdo climático de París y la recomposición de relaciones con los aliados históricos. China será su principal y más complejo reto. Si existe un tema donde la polarizada sociedad americana está de acuerdo es considerar a China como una amenaza. Por último, América Latina no será prioridad de política exterior y la pregunta es cómo se llevará la relación con México, cuyo Presidente hasta ayer no reconocía el triunfo de Biden.

Una nación dividida, una política disfuncional y una imagen internacional en caída. Pero Estados Unidos sigue ahí, captando la atención de millones de personas como si las elecciones fueran propias, y confirmando que sigue siendo el principal referente del mundo occidental. Los primeros 100 días de Biden serán complejos: tratar de ser un líder moderado y convocador en una sociedad altamente polarizada.