Opinión

El complejo desafío de Biden

¿Cómo gobernar un país dividido y cada vez más polarizado? Trump tenía la respuesta: dividiéndolo más. Eso le permitió consolidar su base partidaria, ampliar su apoyo en casi un 15%, mejorar la representación republicana en la Cámara y asegurar una eventual mayoría en el Senado. Logró ser un candidato tremendamente competitivo, con una pandemia a cuestas, la economía en el suelo y los medios, encuestas y líderes de opinión en su contra. Pero no le alcanzó.

Joe Biden, Presidente electo, se convirtió el candidato más votado en la historia de una elección presidencial, con 74 millones de votos. Recuperó estados claves, como Wisconsin, Michigan y Pensilvania, y sorprendió en un tradicional bastión republicano como Arizona. Un triunfo importante, pero alejado de la “ola azul” que algunos vaticinaban.

Si la fórmula de Trump fue exacerbar la división de la sociedad americana, el desafío de Biden es cómo encauzar esa polarización bajo un liderazgo moderado. El Presidente electo podrá ofrecer un mensaje más conciliador, pero menos movilizador. ¿Estará dispuesta la sociedad americana a aceptar esa oferta? ¿Logará Biden demostrar que la elección fue más que un plebiscito sobre Trump? No hay muchas alternativas, porque el juego de la polarización no le acomoda a Biden y la muy probable mayoría republicana en el Senado le obligará a negociar su paquete legislativo. Además, si quiere avanzar deberá controlar la nueva ola demócrata que desafía en ideas y generacionalmente a la vieja guardia.

Los primeros 100 días del gobierno de Biden partirán con esta realidad.

Al escenario político, se suma la emergencia de la pandemia. Con casi 10 millones de contagios, deberá establecer una nueva estrategia de trabajo con los gobernadores e intentar derribar el Covid-19 como el símbolo de división de estos meses. Así como Trump bailó “con la fea”, es probable que al primer año de Biden surja la vacuna para combatir el virus, cosechando un éxito para su gobierno.

La economía será otro de sus desafíos. La recuperación económica lideró las preferencias de los votantes y explicó en gran parte la ajustada diferencia de la elección. Trump se percibía más capacitado para manejar la recuperación y la mayoría de los americanos considera que hoy está mejor económicamente que hace cuatro años. Biden deberá demostrar que tiene capacidad para liderar la reactivación y postergar reformas en la dirección contraria, como la anunciada reforma tributaria.

Un último desafío es de política exterior. Un tema de poca incidencia en la intención de voto, pero de mucha atención y energía para los presidentes.  Si Trump impuso la doctrina del “abandono”, Biden instaurará la doctrina del “retorno”. El reingreso al Acuerdo climático de París y la recomposición de las relaciones con los aliados históricos serán de las primeras acciones. China será su principal y más complejo reto, porque la rivalidad por la hegemonía global se profundizará, aun cuando cambie la estrategia y retórica. Si existe un tema donde la polarizada sociedad americana está de acuerdo es considerar a China como una amenaza. Por último, América Latina no será prioridad de política exterior y la pregunta es cómo se llevará la relación con México, cuyo Presidente hasta el fin de semana no reconocía su triunfo.

El mensaje de campaña de Biden fue “una batalla por el alma de la nación”. Una nación que hoy parece dividida y cuya imagen internacional ha caído. Pero una nación que sigue ahí, captando la atención de millones de personas como si las elecciones fueran propias, y confirmando que Estados Unidos sigue siendo el principal referente del mundo occidental. Un país cuyo próximo Presidente ofrecerá moderación en medio de la polarización.

Fuente: La Tercera