Opinión

Boric y la dicotomía en política exterior

En lo internacional, Boric comienza con el pie derecho e izquierdo a la vez. Por una parte, el establishment internacional celebra su triunfo y los medios extranjeros lo destacan como el rostro del cambio y una figura de izquierda más comprometida con la democracia y los derechos humanos, que países como Venezuela, Cuba o Nicaragua. Pero, por otra, los mercados parecen creerle poco al perfil moderado del presidente electo y aún asignan a Chile altos niveles de incertidumbre política. Esta dicotomía marca sus inicios en política exterior.

Su programa de segunda vuelta reitera el compromiso de Chile con el multilateralismo y establece una diplomacia “emprendedora, feminista y turquesa”. Con elementos de continuidad y otros nuevos, la clave será que las relaciones internacionales sigan siendo “de Estado”. Eso significa una política exterior basada en pocos, pero sólidos principios. La interrogante de momento no está acá.

Las dudas se concentran principalmente en el aspecto económico de las relaciones exteriores: la política comercial y de atracción de inversiones. Si bien el programa 2.0 deja de lado la revisión unilateral de los tratados, no hay incentivos claros a la protección de la inversión extranjera, se plantea eximir a Chile de la aplicación de tribunales internacionales ad hoc y exigir requisitos de desempeño a las inversiones foráneas, los cuales en su mayoría son prohibidos por la OMC. Visto a la inversa: ¿se sentirían atraídas las empresas chilenas a invertir en países que ofrecen inicialmente estas condiciones? Al menos, lo dudarían.

Esta dicotomía también podría manifestarse en la aprobación de acuerdos internacionales pendientes. Por un lado, un gran entusiasmo por aprobar el Acuerdo de Escazú o el Pacto Mundial sobre Migración, pero por otra el rechazo sin más al TPP11, clave en la proyección de Chile al Asia-Pacífico.

Boric enfrentará, además, desafíos regionales en seguridad nacional, como son las migraciones, controles fronterizos y narcotráfico. Estos requerirán de cooperación con países vecinos y representarán una oportunidad para el presidente electo, por su natural afinidad política con los gobernantes de Argentina, Perú y Bolivia. La relación regional acomoda a las fuerzas de izquierda y el futuro presidente debiera beneficiarse del conocimiento, experiencia y redes construidas por las antiguas Concertación y Nueva Mayoría durante décadas

La dicotomía de la política exterior presenta un desafío para Boric. En lo político, los vientos soplan a su favor y lo esencial será darle continuidad a una de las pocas políticas de Estado que van quedando en el país. En lo económico, no bastarán los gestos, sino hechos concretos a favor de la política comercial y de inversiones. Solo así, esta dicotomía inicial podrá dar paso a una política exterior más consistente, donde lo político vaya de la mano de lo económico.

Fuente: La Tercera