Opinión

América Latina 2022: aumenta el riesgo político

Golpeados por la pandemia y la crisis económica, los países de América Latina enfrentan inevitablemente un año muy difícil. Por desgracia, los problemas de la región no se limitan a esos dos, pues como afirma el índice Riesgo Político América Latina, publicado esta semana por el Centro de Estudios Internacionales de la UC, se “advierte la profundización de riesgos existentes, la parición con fuerza de otros emergentes y el desafío de una región que deberá continuar enfrentando tiempos nublados”.

El decálogo de desafíos que identifica el índice – desde la menor calidad de la democracia a la mayor presencia de China en la región, pasando por el cambio climático, crisis migratoria y alza del cibercrimen, entre otros -, configura lo que los autores llaman una “triple crisis”: de gobernabilidad (por la erosión democrática); de expectativas (violentas demandas de cambio social); y de certezas (inseguridad económica y política). Por todo esto, “los niveles de incertidumbre, volatilidad, riesgo político y polarización se mantendrán altos”, como también seguirán presentes “el populismo, el sentimiento anti-elite y el nativismo xenofóbico”.

Si bien el índice proyecta el 2022, el tipo de problemas que enumera parece estar en línea con diagnósticos de mayor alcance, y aún más pesimistas, sobre crecimiento y otras variables macroeconómicas (los altos niveles de deuda e inflación, por ejemplo), según los cuales América Latina se encamina hacia una nueva “década perdida” como la de los años 80 del siglo pasado.

Esa experiencia de desarrollo frustrado dejó lecciones que no pueden ser desoídas hoy. Entre ellas, que la sustentabilidad fiscal, la competencia de mercado y la apertura comercial son motores de prosperidad más confiables que el dirigismo estatal y las barreras arancelarias.

Chile, que este año inicia un ciclo político distinto, debe repasar esas y otras lecciones. La nueva generación de líderes políticos que llegarán al gobierno en marzo tiene la gran responsabilidad de que su entendible anhelo de cambios no signifique desconocer lo (supuestamente) aprendido.  

Fuente: Diario Financiero