Opinión

Política comercial bajo riesgo

Pocas políticas públicas han sido tan exitosas en Chile como la apertura comercial. El país logró convertirse en un referente mundial por su amplia red de tratados comerciales, potencias como Estados Unidos y China lo eligieron como destino preferido para iniciar negociaciones y la vocación hacia el Asia-Pacífico resultó ser visionaria.

Hoy esa política comercial, como nunca, está en riesgo. Sectores de la izquierda más extrema, liderados por el Partido Comunista y el Frente Amplio, están intentando socavar las bases de la integración económica de Chile, cuestionando pilares fundamentales de nuestras relaciones internacionales: apertura económica, certeza jurídica y responsabilidad internacional del Estado.

El arma de turno ha sido el Acuerdo Transpacífico o TPP11. A través de un tsunami de noticias falsas se dijo que el acuerdo privatizaría las semillas, se eliminarían los derechos digitales, se limitaría el acceso a medicamentos, se reducirían los derechos laborales y de los pueblos originarios, y que el TPP sólo permitiría exportar materias primas. Argumentos tan débiles y propios del realismo mágico que hubo que buscar otros mitos.

Los nuevos inventos decían, primero, que el TPP11 ponía en riesgo la soberanía de Chile. La globalización supone que los Estados asumen obligaciones internacionales con miras a obtener beneficios derivados de la integración; esperar lo contrario es no entender cómo funciona el mundo. Además, el TPP explícitamente reconoce la facultad de cada miembro para fijar sus propias políticas públicas y regulaciones, como ya lo han hecho Nueva Zelanda, Singapur, Japón o México.

Segundo, nos decían que no valía la pena firmar el TPP por la existencia de acuerdos bilaterales con todos sus miembros. Craso error. Algunos de estos acuerdos fueron firmados hace más de una década y la economía estos años ha avanzado aceleradamente. El TPP11 no sólo mejora el acceso de productos, sino que ofrece reglas modernas para la economía de servicios, el comercio digital, y mejores estándares medioambientales, laborales y un capítulo dedicado a las PYME.

Que una economía mediana como la nuestra no quiera ser protagonista de un mercado de cerca de 500 millones de personas en la zona económica más dinámica del mundo, es un acto casi suicida en el largo plazo. Salvo Brunei y Chile, todos los países TPP han entendido la importancia de estar en el Acuerdo.

En su afán por cuestionar una política comercial exitosa, el bloque PC-FA comete dos errores básicos. Primero, analiza la inserción de Chile bajo una visión unilateralista, como si el país fuera el centro del mundo, desconociendo que formamos parte de un mundo globalizado bajo amplias redes interdependientes. Segundo, desconoce que Chile es una economía mediana –no una potencia-, por lo que necesitamos mucho más al mundo para desarrollarnos, como lo explica más de la mitad de nuestro PIB.

La poca claridad frente a la política comercial puede tener altos costos para el país. Comerciales, por las ventajas competitivas perdidas; estratégicos, por quedarnos fuera de la mesa de las grandes definiciones globales; y reputacionales, afectando la tradición de país creíble y predecible en sus relaciones internacionales.

Que la traumática tramitación del TPP11 sea una luz de alerta para el grueso de la clase política frente a intentos cada vez más permanentes de cuestionar una política comercial que ha beneficiado el interés general de Chile.

 Fuente: Diario Financiero