Opinión

La reapertura de China, ¿demasiado tarde?

ión mundial, hay importantes dudas sobre en qué grado será posible detener el proceso de relocalización empresarial a otros países asiáticos.

En las últimas décadas, y sobre todo en los últimos años, las cadenas de valor y suministro se han “regionalizado”. Según informes de la Cámara Comercial Europea y Americana en China, entre un 10% y un 20% de las empresas occidentales tenía la intención de abandonar China en 2021, y un 60% de ellas manifestó la intención de trasladarse a otros lugares de la región Asia-Pacífico.

Este fenómeno de relocalización empresarial venía produciéndose al menos desde la crisis financiera de 2008, y responde a tres factores fundamentalmente: mayores costos laborales, nuevos aranceles comerciales iniciados tras la guerra comercial, y el Covid-19.

En relación a lo primero, los costos son tres veces mayores en China que en Vietnam, y cinco veces más que en Indonesia. Además, entre 2009 y 2014 el salario mínimo chino casi se duplicó. En segundo lugar, la tendencia de relocalización se vio agravada tras los aranceles y trabas impuestas a productos fabricados en China y, especialmente, tras las interrupciones en la cadena de suministro durante el Covid-19; esto llevó a muchas empresas a trasladar su producción por completo fuera de China, o a adoptar la estrategia de “China más uno”, que implica una relocalización parcial de los procesos productivos.

A modo de ejemplo, Apple ha trasladado buena parte de su producción de iPhone a India; algunos MacBook se ensamblan ahora en EEUU, y los AirPods se fabrican en Vietnam (Foxconn ha invertido 700 millones de dólares en una planta de fabricación de computadores y tablets en Bac Giang). Durante la pandemia, Samsung detuvo la fabricación de celulares, televisores y computadores en China y, actualmente, su producción global está basada en Vietnam. Otras empresas como HP, Dell, Adidas o Nike hicieron lo propio, trasladándose a lugares como Taiwán, Tailandia, Bangladesh e Indonesia.

China, sin embargo, continúa siendo un punto crucial indiscutido en la cadena de valor y suministro internacional, ya que su capacidad de fabricación sigue superando considerablemente la de muchos de los países del sudeste asiático. Además, el tamaño de su mercado interno; la disponibilidad de mano de obra calificada; la conectividad del más alto estándar mundial; la experiencia de los proveedores chinos trabajando bajo normas internacionales; la existencia de productos semiacabados chinos; como los elevados costos de reubicación, hacen de la relocalización una alternativa solo al alcance de un grupo reducido de empresas.

Solo el tiempo y futuras medidas que implemente China, podrán responder si acaso la apertura fue o no demasiado tarde.