Opinión

Reino Unido y CPTPP

El viernes pasado concluyó la negociación entre Reino Unido y los países miembros del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP), quedando la sexta economía del mundo en condiciones de incorporarse formalmente a este acuerdo. Si bien la primera razón de Reino Unido para unirse al CPTPP obedeció a los efectos post-Brexit y a la urgencia por abrir nuevos mercados más allá de la UE, su adhesión da cuenta de un mundo que se va adaptando a nuevas realidades. El interés respondió también a razones geopolíticas fundadas en el reordenamiento del poder global y en la oportunidad de profundizar lazos con países del Océano Pacífico.

La apuesta de Reino Unido hace palpable una dinámica que venimos observando hace años consistente en el desplazamiento del centro de gravedad de los asuntos mundiales desde el Océano Atlántico hacia el Pacífico. Se estima que la zona del Asia-Pacífico representará el 52% de la economía mundial al 2040, por lo que su contundente peso económico llevará necesariamente a que la región tenga un rol cada vez más preponderante en la configuración de las reglas internacionales del comercio y la inversión. El CPTPP constituye una plataforma que permite participar de manera relativamente sencilla en la creación de los nuevos estándares de las relaciones económicas internacionales, los que serán aún más relevantes, al ir entrelazándose con conceptos tales como la seguridad nacional y los equilibrios de poder. Este escenario fluido e influyente, al mismo tiempo, contrasta con el estancamiento del sistema multilateral de comercio.

En el plano local, la incorporación de Reino Unido es positiva para Chile. Aunque llegamos tarde a esta negociación producto de la innecesaria demora en la ratificación del acuerdo, Chile también podrá beneficiarse de las ofertas de acceso de mercado, desgravaciones arancelarias y calendarizaciones de apertura presentadas por Reino Unido. Asimismo, la relación bilateral pasará a incluir cuestiones novedosas que tenderán a facilitar y hacer más inclusivos los intercambios, tales como el comercio digital, la protección ambiental, la perspectiva de género y la integración de las Pymes.

El capítulo de inversiones del CPTPP da mayores garantías a los estados y resguarda de mejor manera su capacidad regulatoria. Considerando que Reino Unido es el cuarto inversionista extranjero en nuestro país, frente a este nuevo socio el gobierno debe hacer justamente lo contrario a la fallida estrategia de las “side letters”. Chile debe abogar para que las inversiones británicas, incluidas las eventuales controversias, queden reguladas por el CPTPP y estos estándares sustituyan el anticuado acuerdo vigente desde 1997.

Esperamos que la adhesión del Reino Unido goce de una rápida aprobación en nuestro país, evitando argumentos enrevesados y dilaciones costosas como las que observamos durante el proceso de ratificación de este acuerdo en Chile. La llegada de este nuevo miembro al CPTPP merece ser celebrada por todos los estados que comprendan los vientos de cambios que soplan en el orden mundial forjado tras la Segunda Guerra Mundial.

Fuente: La Tercera