Opinión

Llamada de emergencia a la comunidad internacional

Estos días deben ser de los más tristes, desgarradores e impotentes para las comunidades palestina y judía. Los ataques terroristas de Hamás en el sur de Israel y la desproporcionada reacción militar del gobierno de Netanyahu en Gaza dejan un triste legado de miles de muertos, entre ellos niños, mujeres, padres de familias; además de cientos de heridos, traumas sicológicos, y un escenario desolador en un nuevo episodio del conflicto palestino-israelí.

La actual guerra de Israel y Hamás ha sido el corolario de una política que no resiste más y una demostración de que la comunidad internacional y la diplomacia están en deuda no hace años, sino décadas. Por mucho tiempo se instaló la idea de que la aproximación militar y el uso de la fuerza era el único camino viable de coexistencia entre el pueblo palestino e Israel. Una “tensa calma” con episodios de estallidos, cuya “normalización” hizo perder visibilidad al conflicto.

La llamada “causa palestina” dejó de ser uno de los temas centrales en Medio Oriente y la agenda fue capturada por la guerra en Siria; el surgimiento de ISIS; los acercamientos entre Estados Unidos, Israel y Emiratos Árabes en los “Acuerdos de Abraham”; o las conversaciones entre Israel y Arabia Saudita. Sin embargo, la guerra actual nos ha recordado que la solución del tema palestino sigue siendo fundamental para la estabilidad de una región que cuenta con cerca de dos tercios de las reservas de petróleo mundial y más de un tercio de gas natural.

El status-quo de más de medio siglo es insostenible no sólo para la libertad del pueblo palestino, sino también para la seguridad del Estado de Israel. Ni la ocupación de territorios, ni los asentamientos, ni la negativa a la creación de un Estado palestino han contribuido a la paz y prosperidad de la zona, sino que han traído más inseguridad, desesperanza y una larga lista de víctimas palestinas e israelíes que seguirá creciendo estos días.

Por eso, más que nunca, es el tiempo de la diplomacia y el compromiso de la comunidad internacional para avanzar en un acuerdo de paz duradero y justo. La prolongación de la guerra en Gaza no sólo terminará en una masacre humana aún mayor, sino que puede derivar en una inestabilidad regional e incluso global, tensionando aún más a potencias como Estados Unidos, Rusia, China, la Unión Europea o Irán.

El camino de la diplomacia será duro y resistido al comienzo, pero no hay alternativa. El primer paso será negociar un mediador mutuamente aceptado y, dadas las condiciones, las Naciones Unidas asoman como el candidato más adecuado. Si algo nos han enseñado la guerra de Rusia en Ucrania es que, sin un mediador, las posibilidades de salida a un conflicto se diluyen.

Lo segundo será poner sobre la mesa la creación del Estado de Palestina, reconocido internacionalmente por 139 países de las Naciones Unidas. La resolución 181 de la Asamblea General del año 47, que crea el Estado palestino, y sucesivas resoluciones en la materia, por distintas razones políticas nunca se han ejecutado. El camino para el establecimiento del Estado palestino puede admitir distintos caminos, como la solución de dos Estados con las fronteras de 1967; un estado binacional; o una nueva fórmula aún desconocida.

Sin diplomacia y una acción decidida de la comunidad internacional, los próximos meses serán un nuevo episodio –quizás el más duro– de violencia, odio y sufrimiento de la población civil. Avanzar en un acuerdo de paz se transforma en un imperativo moral.

Fuente: Diario Financiero