Opinión

Repensar la política exterior

El mundo está cambiando. Como han ilustrado teóricos de las relaciones internacionales, aún no sabemos si el actual orden liberal será enteramente sustituido ni cuán caótico será el tiempo que anteceda a ese cambio. Lo que sí podemos constatar es que la cooperación y la observancia de las reglas, bases del sistema, comienzan a reemplazarse por el conflicto y la desconfianza.

En este contexto, es necesario abrir un debate sobre cuál debería ser la estrategia de política exterior de Chile. Esta política, con matices, se ha mantenido constante desde 1990 fundándose en una amplia apertura al mundo. Hemos construido una nutrida red de acuerdos de libre comercio y adherido a casi la totalidad de tratados de DD.HH., participando activamente del sistema multilateral. Para tener certezas, nos afirmamos en el derecho internacional y la solución pacífica de controversias; y declaramos a Latinoamérica como nuestra prioridad.

Para comenzar a definir un renovado mapa de nuestras relaciones exteriores, será determinante tener una postura común como país. Si bien al Poder Ejecutivo le corresponde la conducción exclusiva de la política internacional, será preciso que cuente con insumos, entre otros, del sector privado. Dónde queremos estar presentes y porqué. Cómo podemos aprovechar en nuestro beneficio las disputas comerciales entre Occidente y Oriente, o las mayores demandas de cobre y litio, indispensables para hacer frente a la transición energética que exige la crisis climática. En este mismo sentido, conocer los efectos de los tratados internacionales sobre la “permisología” y definir con astucia cuál es el rol que cabe a los compromisos internacionales en el ámbito interno, son materias que deben ser puestas sobre la mesa.

En cuanto a áreas regionales, Latinoamérica siempre será indispensable de abordar pues aquí nacen algunas de las mayores preocupaciones de la ciudadanía: migración, crimen organizado y narcotráfico. Acordar fórmulas con nuestros vecinos para hacer frente a estos fenómenos es y será una exigencia insoslayable. Pero otra cosa distinta es que exista una postura común -el “hablar con una sola voz”- sobre cómo la región debe posicionarse ante un mundo en cambio. Las diferencias son profundas y no hay, por ahora, ni un liderazgo regional que aúne posiciones ni tampoco voluntad de alcanzar medidas pragmáticas de relacionamiento.

Nuestro país debe alentar los vínculos políticos con el Sureste de Asia, vecinos del Océano Pacifico. Estos países, al igual que Chile, se verán severamente afectados por disrupciones del tráfico marítimo o incumplimientos del derecho del mar. También han debido sobrellevar presiones de las potencias y sus experiencias dejan más de una lección. Mientras el comercio y las inversiones se dan mayoritariamente con China, al mismo tiempo, varios buscan reafirmar sus alianzas de seguridad con EE.UU.

Ante tiempos borrascosos, es hora de repensar la política exterior de Chile. Las crisis abren oportunidades, no las dejemos pasar.

Fuente: La Tercera