En este artículo realizamos un balance de los efectos provocados por el coronavirus en nuestra región durante 2020, identificamos los principales desafíos y amenazas que América Latina enfrenta y proponemos una agenda pragmática que ponga acento en las oportunidades para una respuesta oportuna y eficaz a esta profunda e inédita crisis.
Aunque la región tuvo una ventaja de un par de meses para prepararse, al ver como el Sars-cov-2 se propagaba primero en China, Corea del Sur e Irán, y luego causaba estragos en Italia, España, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, la pandemia del covid-19 golpeó con fuerza a Latinoamérica, en un momento de marcada debilidad.
Las respuestas de los gobiernos han sido dispares. Algunos gobernantes afirmaron y aun afirman que el coronavirus no era peligroso, como los líderes de México, Brasil y Nicaragua. Otros adoptaron medidas tibias, sin saber cómo combinar las medidas sanitarias con la normalización de la actividad económica, oscilando entre uno u otro aspecto, como ha sido el caso de Colombia, Ecuador o Chile. Un tercer grupo de países, entre ellos Argentina y Perú, decretaron al inicio cuarentenas estrictas con resultados sanitarios escasos. Al fin de 2020 la región estaba convertida en uno de los epicentros de la pandemia.
Solo unos pocos países parecen salir parcialmente airosos, en particular Uruguay, gracias a “una combinación de instituciones sólidas, una estrategia de gobierno flexible y una consistente cultura cívica” (Daniel Chasquetti).
El desafío que enfrenta América Latina es colosal, debido a la combinación de Estados débiles, sistemas de salud frágiles, baja calidad institucional y altos niveles de desigualdad, informalidad y pobreza. Como afirmó un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) publicado en julio pasado: “El covid19 está provocando la peor crisis sanitaria, económica, social y humanitaria de la región en un siglo”.