La crisis subprime fue una crisis financiera originada en Estados Unidos en 2007, producto de la incapacidad de deudores con alto nivel de riesgo crediticio (deudores subprime) de pagar los créditos hipotecarios que les fueron otorgados por instituciones bancarias, -en EE.UU. la mayoría de estos créditos fueron otorgados a una tasa mixta, fija durante 2 ó 3 años y luego variable-. Así, sucedió que estas hipotecas fueron vendidas como bonos o títulos de crédito a instituciones financieras de todo el mundo, ello con el fin de buscar liquidez en el mercado a través de la securitización (titularizaciones) de estos créditos. El problema surgió cuando la Federal Reserve alzó progresivamente la tasa de interés, provocando una baja en el valor de las viviendas adquiridas, lo cual aumentó la morosidad y ejecuciones de las propiedades. Como consecuencia de este proceso contractivo, el precio de los activos respaldados por hipotecas se desplomó, experimentándose así una inestabilidad financiera hasta el punto de que las autoridades debieron ejercer medidas extraordinarias, como la inyección de liquidez en el mercado interbancario por parte de los bancos centrales, la recapitalización de instituciones o incluso la compra de activos de los bancos por parte del gobierno; intervenciones que permearon los mercados desarrollados afectando las condiciones financieras del resto del mundo.
Lo que en principio comenzó como una crisis inmobiliaria en el mercado estadounidense, rápidamente se extendió al resto del mundo, lo que provocó no sólo una crisis financiera, sino también un período de recesión que afectó principalmente a Europa, por cuanto muchos bancos europeos invirtieron en los mismos activos que dieron lugar a la crisis financiera en Estados Unidos. Por otro lado, la quiebra del icónico banco Lehman Brothers en septiembre de 2008 generó una gran incertidumbre en los mercados financieros internacionales, lo que detuvo el mercado de préstamos interbancarios. Finalmente, la disminución de las exportaciones y de los flujos de capital derivada de la crisis financiera internacional provocó una desaceleración de la actividad económica que tuvo por efecto una mayor cartera vencida de los bancos europeos.
Por su parte en Latinoamérica los efectos fueron moderados, debido principalmente a la creciente inversión extranjera y políticas macroeconómicas consolidadas, lo que dio paso a un mercado más estable.
En base a lo anterior, en el presente trabajo se analizará primero los efectos de esta crisis en Latinoamérica, para luego centrarse en revisar los efectos en nuestra economía y cuál es el balance final de los mismos.