El asesinato en Irak del Mayor General iraní Qasem Soleimani incrementará los conflictos en el Medio Oriente y la tensión con Estados Unidos. Se trata de un acto criminal a un hombre de Estado de un país de gran tamaño, de visita a una nación vecina. Ante la alarma desatada, algunos hasta lo comparan, como acto de guerra, con el asesinato del archiduque Franz Ferdinand de Austria en 1914 que desató la primera guerra mundial. ¿Qué líder de otro país no pensará que su vida está a merced de Trump, en cualquier lugar, gracias a nuevas tecnologías?
Nadie podría prever todas las posibles consecuencias en el Medio Oriente, pues interactúan factores históricos, religiosos, intereses políticos de cada estado, minorías al interior de cada uno, y todo esto acrecentado por el rechazo al colonialismo, las crisis económicas y las diferencias de riqueza. Es un enjambre complejo, muy distinto de las realidades simples que vivimos los latinoamericanos.
Para ordenar los potenciales efectos creo conveniente destacar dos ejes: el primero, la relación histórica Estados Unidos-Irán, y el impacto de este crimen a corto y a largo plazo; el segundo, la situación doméstica en Estados Unidos, y como la política internacional de Trump puede estar condicionada por sus cálculos electorales.