Desde la perspectiva geopolítica, la competencia global por acceder a las reservas del litio se enmarca en una “triple carrera de las grandes potencias” por el poder global. Dicha carrera incluye la competencia por el control de las cadenas de suministros; el liderazgo por la industria de los semiconductores y minerales críticos; y el desarrollo de la inteligencia artificial. Esta “triple competencia” se produce en un contexto de rivalidad estratégica entre Estados Unidos y China - como potencias incumbente y desafiante, respectivamente - que se manifiesta en los planos comerciales, tecnológico, financiero y, crecientemente, militar.
En el pasado, el control y acceso a los recursos energéticos convencionales fue fuente de conflictos geopolíticos. Con la transición hacia energías renovables, la importancia estratégica de ciertos territorios puede cambiar, pero además surgen tensiones relacionadas con la producción y suministro de tecnologías clave para la energía limpia, como las baterías y los minerales necesarios para su fabricación.
Así, el litio – como mineral crítico – ha adquirido mayor relevancia las últimas décadas debido al aumento exponencial de su demanda, esencial para la fabricación de baterías de dispositivos electrónicos y vehículos eléctricos. Las grandes potencias saben que el litio es un recurso estratégico para la transición energética y que un mayor acceso a sus reservas y control de las cadenas de suministros, significarán una ventaja estratégica y un mayor poder global.