Ya había luces en su campaña. Meses antes de ser electo Presidente de Estados Unidos, Donald Trump dejaba claro cuál era su posición sobre la relación que se mantenía con China, el mayor socio comercial del país. “Han destruido industrias enteras al utilizar mano de obra barata, han costado decenas de miles de empleos, espiado nuestro negocio, robado nuestra tecnología y manipulado y devaluado su divisa, lo cual ha encarecido la importación de nuestros productos”, declaraba en el libro de su autoría Crippled America, lanzado en 2015.
Incluso, tras su visita a China a comienzos de año, el Presidente Trump dijo que el déficit comercial que mantenía EEUU con China —el cual cerró 2017 en US$ 375.227 millones— debía reducirse. Poco tiempo después, tomó la primera medida concreta para ello.
En marzo el gobierno de EEUU anunció impuestos especiales para el acero y aluminio y para otros 1.300 productos chinos. China respondió con medidas similares para 128 bienes. La tensión escaló y, con ello, algunos deslizaron la posibilidad de una guerra comercial.
Definiendo la disputa
Para el director del Centro de Estudio Internacionales de la UC, Jorge Sahd, todavía no es momento de hablar de una guerra comercial. Esto, debido a que por el momento solo están en régimen las restricciones para el acero. Los impuestos para los otros 1.300 productos, dice Sahd, todavía no se han aplicado.
“Hay que ir monitoreando la situación, hay una tensión, una amenaza proteccionista, pero todavía no podemos hablar de una guerra comercial”, comenta el también ex asesor del Ministerio de Hacienda.
Impacto local
Aunque la disputa se vive en el hemisferio norte, sus efectos podrían llegar de forma indirecta a Sudamérica. Según el director ejecutivo del gremio regional del acero (Alacero), Rafael Rubio, es esperable que se desvíen parte de los envíos de metal de China a EEUU, debido al castigo arancelario. Por ello, parte de las exportaciones, podrían llegar a América Latina. Debido a esto, sería esperable que los precios bajen en el mercado local.
Reacciones
Para Rubio, es necesario tomar medidas ante la mayor oferta de acero chino en el mercado latinoamericano. Lo deseable, agrega, sería un monitoreo en el que se asegurara que las empresas informen de las importaciones un tiempo antes de que se concreten.
La meta final
El Presidente de EEUU ha afirmado que los tributos a las importaciones buscan proteger a la industria local. El argumento parece lógico: mientras más caro sea comprar un producto extranjero, se preferirá lo nacional y se fortalecerá a este negocio. Para Sahd, aquello no es necesariamente cierto, debido a que muchos insumos no se comercializan de forma masiva, sino se utilizan para producir de forma local otros bienes. Por ejemplo, el acero se usa para construir aviones en Estados Unidos. Un alza en el precio de este material presionaría, así, los márgenes de un negocio nacional.
Fuente: Pauta