Producto del conflicto la población ha disminuido un 25% en comparación a 2010, considerando los 470 mil muertos y los 4 millones de sirios que han dejado el país en calidad de refugiados. La guerra también ha provocado una generación perdida de niños que no asisten al colegio. Hoy, el 69% vive en la pobreza extrema.
La noche del 22 de febrero de 2011, Mohammad y cinco amigos -de entre 13 y 15 años- se reunieron para pintar un grafiti en una pared en Daraa, un pueblo predominantemente sunita ubicado al sur de Siria. "No a la enseñanza, no a los colegios hasta el fin del régimen de Basher", "Andate Basher", "la gente quiere que el régimen caiga", fueron algunos de los mensajes que escribieron, en protesta contra el gobierno de Basher Assad. Su detención y abusos por parte de la policía desataron una serie de protestas en el pueblo en marzo de ese año, las que luego se extendieron a todo el país en medio de lo que se conoció como la Primavera Arabe.
Han pasado cinco años desde esa revuelta y las manifestaciones derivaron en una cruenta guerra civil con tintes de guerra proxy o subsidiaria (en la que dos o más potencias utilizan a terceros como sustitutos, en vez de enfrentarse directamente), que ha provocado la muerte de 470 mil personas, según un informe del Centro para Políticas de Investigación Siria (SCPR) que analiza los efectos de la guerra. A su vez, 4,78 millones han tenido que buscar refugio en otros países, de acuerdo a cifras del Acnur. Esto significa que la población se ha reducido un 25% desde 2010.
Las consecuencias de conflicto han sido devastadoras para Siria. El informe de ese centro de estudios independiente sostiene que el país ha sufrido en estos años una fragmentación, que define como una drástica destrucción de las estructuras sociales, económicas, políticas y culturales dentro de la sociedad. "Está siendo incrustado por varios poderes externos e internos que han desintegrado la soberanía del país, llevando a la mayoría de las personas a actuar en contra de su propio bien y en contra de su futuro", señala el reporte del SCPR.
A nivel social, la esperanza de vida cayó de 70 años en 2010 a 55,4 en 2015. La tasa de pobreza total alcanzó para fines de 2015, 85,2%. Incluso más, el 69,3% de la población se encuentra viviendo en la pobreza extrema. Eso sí, los niveles de pobreza difieren en las distintas gobernaciones y aumenta dramáticamente en las zonas de conflicto.
Un ejemplo de la situación es lo que ocurre en Alepo, una localidad que hasta antes del "cese de hostilidades" fue escenario de continuos bombardeos del gobierno y sus aliados. Los combates encarnizados en esta ciudad dividida desde 2012 entre barrios bajo control rebelde y otros en poder del régimen destruyeron las cañerías y los generadores eléctricos que transportaban agua a los barrios residenciales. Así, junto con la tregua, también llegó la escasez de este elemento.
Rawane Damene, una estudiante del barrio de Mogambo, en poder del gobierno, dijo a la agencia France Presse que su familia paga US$ 3,4 para llenar con 1.000 litros un tanque de agua para un hogar. Señala que compra a regañadientes botellas de agua a precios astronómicos en el supermercado. Mientras que otros prefieren hervir el agua del pozo y mezclarla con cápsulas desinfectantes compradas en la farmacia. Ante esto, muchas personas se quejan de problemas de salud por el agua de los pozos. "Yo y uno de mis hijos nos hemos intoxicado con el agua de un pozo", afirma Abu Mohamad, un desempleado de 43 años. "Hemos sufrido infecciones intestinales, diarreas y vómitos", enumera.
Por otro lado, la tasa de desempleo alcanzó 52,9% en 2015. Se estima que hay 2,91 millones de personas sin trabajo, de ellas 2,7 millones perdió su empleo durante el conflicto, con una caída del ingreso que en total ha afectado a 13,8 millones de personas.
La crisis ha causado una caída del Indice de Desarrollo Humano (IDH) de 0,631 en 2010 a 0,443 a fines de 2015. Basándose en el ranking de IDH de 2010 de Siria, estos resultados indican que el país bajó desde el puesto 121 al 173 de un total de 187.
Peor aún, la pérdida de años de escolaridad en todos los niveles educacionales para fines de 2015 representan una enorme pérdida de capital humano, lo que se traduce en un déficit de US$ 16,5 mil millones en inversión de capital humano en la educación de los sirios.
Uno de los niños que no ha podido asistir a su colegio porque fue atacado es Kareem. El estaba en el centro educacional en marzo del año pasado cuando cayeron misiles en la localidad en la que vive en el norte del país. "Amo a los animales y especialmente a las tortugas porque tienen un escudo fuerte en sus espaldas que las protege de todo, incluso de los misiles, y cuando ellas escuchan un avión se pueden esconder y estar seguras. Ojala tuviera un escudo como ellas, porque entonces nadie moriría y podría ir al colegio todos los días incluso si hay un avión en el cielo", dijo al ser consultado por la fundación Save The Children.
Generación perdida
Esta organización puso un precio a esta generación perdida: la economía siria de la post guerra podría perder hasta US$ 2.100 millones anuales o hasta 5,4% del PIB, debido a la pérdida de futuras ganancias producto de la falta de escolaridad.
Por otro lado, a nivel general las pérdidas económicas para fines de 2015 se estiman en US$ 254.700 millones, lo que es el equivalente al 468% del PIB de 2010. El año pasado fue testigo de una caída sustancial en el consumo público en 33,1% en comparación a 2014, lo que -en parte- estuvo reflejado en las políticas del gobierno que disminuyeron los subsidios y, en consecuencia, el aumento de los bienes y servicios básicos. Así, el déficit presupuestario cayó de 41,2% en 2014 a 28,1% en 2015.
Fuente: La Tercera