Por Jorge Sahd K.
Director (s) del Centro de Estudios Internacionales UC
En circunstancias normales, esta columna se centraría en las posibilidades de aprobación del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) en nuestro Congreso. Sin embargo, en un hecho inusual en la política americana, tanto Hillary Clinton como Donald Trump han anunciado su rechazo, quizás el único punto de coincidencia en sus campañas. Así, el país que lideró los esfuerzos de construir un megabloque regional para el Asia-Pacífico, hoy se ha convertido en su principal amenaza. Sin Estados Unidos, el TPP no podría llegar a buen puerto, ya que para su aprobación se requiere el voto favorable de países que al menos sumen el 85% del PIB del bloque.
Esta no es una buena noticia para Chile. Nuestro país ha tenido una tradición de apertura comercial, siendo un factor determinante en su mayor crecimiento económico desde la década de los 80´. Para Chile, el TPP representa una oportunidad de profundizar la integración económica con las economías del Asia-Pacífico. Si bien contamos con tratados bilaterales con los países del TPP, este acuerdo genera beneficios adicionales. Primero, el acceso a un mercado con reglas comunes de más 800 millones de personas, que representan el 38% del PIB mundial y el 25% del comercio internacional, incluyendo más de tres mil productos que no contaban con preferencia arancelaria en anteriores TLC, como la carne bovina y los lácteos. Además, como el acuerdo más relevante y comprensivo de las últimas décadas, el TPP incluye nuevas temáticas en materia de cadenas globales de valor, transparencia, compras públicas y mejores prácticas para dar coherencia a nuestras regulaciones (¿ha escuchado la disparidad de criterios en el tratamiento tributario que el SII y Aduanas dan a la exportación de servicios?).
Chile ya enfrentó sus negociaciones más duras con motivo del TLC con Estados Unidos. Con el TPP, el país alcanzó un acuerdo balanceado en el cual no renunció a las condiciones pactadas en el TLC, como la protección por 5 años de los medicamentos biológicos. Consolidar la integración con el bloque Asia-Pacífico, a través del TPP, la Alianza del Pacífico y el APEC son claves para un mercado pequeño como el chileno, que permanentemente debe explorar nuevos mercados para sus productos y servicios. Más allá de la situación internacional, Chile debiera presentar pronto el Acuerdo al Congreso, como señal de compromiso y seriedad frente a los otros países miembros.
Volviendo a Estados Unidos ¿qué escenarios se presentan frente a su situación contradictoria? A pesar que la última encuesta del Chicago Council on Global Affairs señala que 6 de cada 10 americanos apoyan el TPP, los principales candidatos mantienen su rechazo. Un primer escenario es que los esfuerzos desplegados por el Presidente Obama den resultados, logrando la aprobación del TPP en el llamado lame duck (pato cojo) del Congreso, período comprendido entre la elección del nuevo presidente y antes que asuma sus funciones. Este escenario se ve difícil, especialmente después que los representantes republicanos – mayoría en ambas cámaras - anunciaron que no darían su voto en ese período. Un segundo escenario es que Hillary Clinton llegue al poder. En ese caso, habría dos caminos. Si mantiene su actitud de explícito rechazo al TPP, contrario a su posición como Secretaria de Estado, el TPP pasará a la historia. Si cambia de opinión y mantiene la línea de Obama, Clinton necesitará un parlamento con mayor presencia demócrata en ambas cámaras, ya sea para intentar su aprobación o para llamar a un período de revisión del TPP con el propósito de ganar tiempo y alcanzar acuerdos. El riesgo de reabrir la discusión es que se retomen temas que no dejaron satisfechos a grupos de interés, como la industria farmacéutica, las tabacaleras y servicios financieros. El último escenario sería un triunfo de Trump, donde no sólo se le pondría una lápida al TPP, sino que entraría en entredicho toda la política de apertura comercial del país norteamericano.
Todos son escenarios complejos para el TPP. El dilema para EEUU es que el rechazo significaría renunciar a su liderazgo para fijar las reglas del comercio Asia-Pacífico del S.XXI, cediendo un espacio para que China tome protagonismo. Justamente, todo lo contrario a lo que buscó con el TPP.
FUENTE: Diario Financiero