Por Javier Urbina
Investigador Colaborador CEIUC
El lunes 26 de septiembre, en vísperas del plebiscito convocado para el 2 de octubre, se efectuará en Cartagena de Indias, la firma del Acuerdo final para la paz, entre el Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos y el Comandante de las Farc, Rodrigo Londoño. Hace ya unos días, la fuerza Publica y las propias Farc, decretaron el cese de las hostilidades. Después de la firma de los acuerdos de paz, se contarán 180 días para que las Farc se desmovilicen y desarmen, con lo que este grupo, según el propio Presidente Santos, se convertirán en un movimiento político sin armas.
Después de casi 60 años de un cruento conflicto que azotó y perjudicó a todos los Colombianos, y de varios intentos fallidos por terminarlo, resolverlo o al menos contenerlo, la situación actual aparece al menos algo extraordinario, no es una situación perfecta, de la misma forma que ningún término de conflicto, ni siquiera a nivel personal lo es, pero es algo notable, que merece observarse con detención y preguntarse: ¿como es que se ha llegado a este instante? ¿qué desafíos vienen por delante?
Para la primera pregunta hay varias razones, pero destaquemos solo tres. En primer lugar, una acción militar exitosa que debilitó el potencial de las Farc hasta hacerles más conveniente negociar que combatir. En segundo lugar, una política exterior renovada, coordinada y afín con la acción integral del Estado y la estrategia militar que permitió alcanzar una posición cada vez mas favorable respecto de las guerrillas. Esta política fue especialmente pragmática con Estados Unidos, Cuba, y Venezuela países claves para la negociación. En Tercer lugar, la conducción de un proceso de negociación preparado y conducido con habilidad, por parte de los negociadores, para descubrir los intereses de los contendientes, las posiciones y las posibilidades de acuerdos respecto de una agenda previamente convenida.
Para la segunda pregunta sugerida sobre lo que viene por delante, las respuestas están por venir, es como toda situación de post-conflicto en el siglo 21, políticamente compleja y requiere en consecuencia de grandes acuerdos, que hoy a las puertas del plebiscito, pudieran parecer difíciles de lograr, pero el tiempo y la sensatez del pueblo y el gobierno colombiano, pueden hacer la diferencia a la hora de hacer y construir la paz.
En primer lugar, se debe enfrentar el tema de las violaciones de los derechos humanos, aquí la experiencia mundial indica que no puede quedar lugar para la impunidad y el olvido de las victimas. La justicia transicional abre la puerta para el tratamiento del pasado, la experiencia indica que aunque difícil y doloroso, es necesario acercarse a la verdad, sin ella no es posible la justicia y la debida reparación de las victimas. Todo esto es más fácil decirlo que hacerlo, políticamente requiere de grandes consensos para desarrollar iniciativas como el establecimiento de comisiones de verdad, saber qué sucedió, el establecimiento de compensaciones y restituciones para las victimas, llevar a cabo todo un proceso de justicia transicional que considere el contexto de los hechos, propios de conflicto de larga duración, la desmovilización de los contendientes, las reformas institucionales necesarias etc. En definitiva, se trata que después de todo este proceso, Colombia supere este largo trauma y lo pueda dejar atrás, como parte de su historia de la que ya se han sacado importantes lecciones para no olvidar.
La situación que se ha generado en Colombia, después que el fusil y las armas están silenciadas, no es perfecta, es ésta en consecuencia, la hora de la gran Política, la hora de los grandes consensos.
FUENTE: La Tercera