Pablo Cabrera fue embajador de Chile en Rusia entre 2000 y 2004, coincidiendo con la llegada de Putin al poder.
El diplomático lamenta que si bien una amplia mayoría de los países ha criticado la invasión a Ucrania, “nuestra región no ha logrado una posición unánime de condena a una guerra irracional que viola de manera flagrante la institucionalidad mundial y ha derivado en una crisis humanitaria de proporciones”.
Y explica que las relaciones entre Latinoamérica y Moscú se verán afectadas por la guerra. “Ciertamente, se trata de una situación que golpea su impronta y cualquier grado de influencia en la región, toda vez que las sanciones impuestas le cortan las cadenas de información y suministro hacia países afines a sus intereses estratégicos”.
Previo a la guerra, Rusia ha estado discretamente ampliando su influencia en Latinoamérica, primero con Venezuela (en el área militar) y luego con inversiones en Brasil y Argentina, cuyos presidentes se reunieron con Putin en febrero. ¿Qué implicancias puede tener para Chile la presencia rusa en la región?
Quizás el conflicto en Ucrania y las controversias estratégicas entre EE.UU. y China le han dado más visibilidad a las relaciones de Rusia con algunos países de Latinoamérica en materias de defensa. Pero no creo que esto tenga una trascendencia mayor porque los temas de defensa son a más largo plazo y el compromiso de los países de la región con el orden occidental está muy arraigado. En el caso de Chile, tenemos una relación tradicional con Rusia, donde el tema de defensa es uno y se ha firmado un convenio de cooperación que tiene alcances técnicos. No veo ninguna implicación mayor.
¿Por qué es tan bajo el intercambio comercial entre Rusia y Latinoamérica?
El volumen de su intercambio no ha sido muy expresivo y las razones quizás haya que atribuírselas a la lejanía o a imágenes relacionadas con el periodo de Guerra Fría, en cuyo contexto la crisis de los misiles de 1962 con EE.UU. tuvo un impacto decisivo con áreas de influencia marcadas. La nueva impronta que comenzó a esbozar luego de desaparición de la Unión Soviética dio pie a que configurara un “poder blando” como un activo importante para mantener su calidad de potencia mundial que quedó muy acotada a su capacidad nuclear.
En EE.UU. se ve la presencia rusa en Latinoamérica como una forma de intervenir su natural área de influencia. ¿Podría alcanzar esto a Chile que ya ha tenido conflictos con Washington por inversiones chinas?
La agenda entre EE.UU. y Rusia es muy amplia. Es cierto que hoy están sometidos a prueba dado que existe un conflicto abierto entre Rusia y Ucrania y la violación a la integridad de un Estado y al derecho internacional.
Con respecto a la influencia en Latinoamérica de cara a los últimos acontecimientos hay que ajustarse a las declaraciones oficiales más que a los de los analistas y observadores. Si fuera por declaraciones u observadores. Si fuera por declaraciones u observadores fuera, la situación sería otra.
Y agrega: Ante el cuadro de tensión geopolítica y desafíos económicos, más que nunca cobra importancia en Latinoamérica la necesidad de una visión compartida y consensuada hacia el escenario internacional. Hoy no es posible tratarlos separadamente de acuerdo al escenario internacional.
El gobierno entrante ha puesto el tema de los Derechos Humanos como una de sus principales focos de su política regional, ¿cambia la guerra las prioridades de la canciller Antonia Urrejola?
Al revés. Creo que la agenda de DD.HH. se incrementará. Los DD.HH. en su concepción más amplia cubren todas las áreas del quehacer, de la política, la economía, de la ciencia y de la cultura. Los DD.HH. presiden cualquier agenda
Fuente: La Segunda