“China está de vuelta”. Esta es la frase que resume la presentación del Vice-Premier de la República Popular China, Liu He, ante el Foro Económico Mundial en Davos 2023.
Dentro de los principios que Liu He delineó en su discurso, hizo expresa mención a la idea de “dejar que el mercado juegue un rol decisivo en la distribución de recursos (…), profundizaremos el apoyo al sector privado, promoveremos la libre competencia y el emprendimiento”. En el mismo sentido, reconoció las debilidades de la economía china actual, y abordó las medidas que se están tomando para enfrentar los problemas en el sector inmobiliario, en materia de propiedad intelectual y en consumo interno.
Ahora bien, ¿está de vuelta China? Y si es así, ¿volviendo a qué?
Desde el proceso de “reforma y apertura” iniciado a fines de los setenta, China experimentó un auge impresionante en su crecimiento económico. Fueron décadas en que el PIB alcanzó tasas en torno al 10% anual, impulsadas, primordialmente, por políticas de atracción de inversión extranjera (IED), por el desarrollo de infraestructura pública y por el incentivo a las exportaciones. Esto, en un contexto de apertura e reinserción internacional liderado por Deng Xiaoping.
Este modelo permitió sacar a millones de personas de la pobreza y generó un bienestar social sin parangón a nivel histórico. Sin embargo, con el paso de los años, se hizo evidente que este modelo de desarrollo no sería sostenible en el tiempo. Para hacer más compleja la situación, en 2018 se dio inicio a la “guerra comercial” con Estados Unidos y, casi instantáneamente, estalló la pandemia del Covid-19.
Desde entonces, China se ha sumido en un proceso de búsqueda constante de un “nuevo” modelo económico-social que permita reportar similares beneficios a los entregados por el desarrollado por Deng y su equipo. Ha habido intentos de mayor autosuficiencia; se ha vuelto a “echar mano” a la clásica fórmula de aumentar el gasto público; se ha incentivado la inversión extranjera.
¿Pero hacia dónde quiere ir o regresar China realmente? Esto es de muy difícil predicción.
Lo que sí percibimos es que está volviendo a imperar el pragmatismo. Así, vemos que han regresado los esfuerzos de atraer y retener inversión extranjera; se ha continuado en la senda de liberalización regulatoria en algunos sectores estratégicos; y se ha vuelto a dar mayor protagonismo al sector privado.
Aún McKinsey es optimista al señalar que “The next China is China”. Si el país creciera a una tasa anual del 2% en los próximos 10 años, señala la consultora, el crecimiento acumulado en este período sería igual al PIB de India al día de hoy; y, con una tasa del 5%, sería equivalente al PIB actual de India, Indonesia y Japón juntos.
En resumen: vemos un cierto regreso a la vieja aproximación de “cruzar el río tanteando las piedras”.
Fuente: Diario Financiero