La tantas veces anunciada modernización de la Cancillería nuevamente marca un compás de espera y aparente postergación. La segunda etapa definida por el gobierno no la habría incluido con prioridad legislativa. El proyecto enunciado en el programa de la Nueva Mayoría, impulsado por el Ministro de RREE y trabajado por el destacado Embajador Mario Artaza no ha logrado al parecer contar con el apoyo presupuestario y de otra índole para hacerlo viable.
De poco ha servido que la formulación del mismo haya seguido un proceso de amplio debate transversal hasta donde se conoce y que su contenido abarcara temas compartidos por distintos gobiernos a lo largo de los años. No es la primera vez que tal situación se produce. Son múltiples las iniciativas acerca de esta materia que no han alcanzado llegar a concretarse. Fue lo que ocurrió con el proyecto de 2005 "Una Cancillería para el siglo XXI"; también quedó pendiente una iniciativa de 2008 que logró ser aprobada en la Cámara de Diputados el 2009 y al término del gobierno del Presidente Piñera otro proyecto de 2013 solo alcanzó la etapa de formulación. Ahora, en este último intento , se partió de la base de aprovechar los contenidos de todo este conjunto de esfuerzos fallidos. Sin embargo hasta la fecha al parecer será uno más de esa seguidilla de postergaciones acerca de este vital tema.
En algún nivel hay una barrera infranqueable para hacer de esta necesidad una realidad. Seguramente en ese lugar, diferentes autoridades que ejercen los cargos donde debe resolverse el tema, pareciera que piensan que no es necesario acometer esta tarea y asumir el gasto que implica. Su reflexión debe ser que para ellos la Cancillería funciona y nuestras relaciones internacionales discurren con normalidad.
Eso es cierto pero parcialmente. Es un hecho que no ha habido grandes desastres y que Chile no se encuentra aislado. Sin embargo es igualmente claro que el país tiene una agenda internacional y desafíos que enfrentar para los cuales la actual estructura, sistemas de gestión y cultura de nuestra Cancillería es insuficiente e inadecuada. Estamos hablando de un sistema que, con algunos maquillajes, data de fines de la década de los 70.
Próximos a iniciar la tercera década del siglo XXI nuestro país exhibe en lo internacional una agenda de temas que requieren ser abordados de forma diferente. Allí están entre otros los juicios de La Haya; el creciente número de migrantes; el reforzamiento de nuestra presencia en la Antártica; la revisión de la red de tratados y los nuevos acuerdos como el TPP; un más activo rol en la forma de enfrentar las denominadas nuevas amenazas; el apoyo al sector privado y pequeñas empresas para conquistar nuevos mercados en el Asia Pacífico; la apertura al África; la relación vecinal y una larga lista de otros temas donde la defensa y proyección de nuestra soberanía, en un sentido amplio, resulta vital. Chile debe convertirse en un país que puede jugar mucho mejor en el ámbito de lo internacional.
La agenda del pasado se resolvió con una Cancillería para esos tiempos. En contraposición la agenda del presente requiere una Cancillería para los nuevos tiempos.
Capacidad de análisis estratégico y prospectivo, un sistema integrado de Política Exterior, un equilibrio entre lo económico y lo político, el fortalecimiento del trabajo alejado de compartimentos estancos, una nueva estructura, incentivos a las carreras diplomáticas y administrativas con una cultura institucional moderna exigen una verdadera transformación. Es de esperar que el gobierno y distintas instancias logren remover las barreras que han dificultado este proceso. Acontecimientos recientes pareciera que llaman a no postergar más esta reforma que es necesaria y urgente.
Viernes 22 de Abril, Diario Financiero