Embajador Pablo Cabrera, ex director de la Academia Diplomática, habla de los riesgos de la Twitterdiplomacia y el diálogo en redes con Bolivia.
"Hoy estamos en una diplomacia en un contexto 4.0, en una época de simbolismos y del cambio paradigmático en la manera de relacionarse y comunicar", dice el ex embajador en Londres, Moscú, Beijing y la Santa Sede, Pablo Cabrera. El abogado de la UC y ex director de la Academia Diplomática de Chile (Acade), que en el último tiempo se ha dedicado a exponer sobre la diplomacia en la era de las redes sociales, aborda el tema de la modernización de la Cancillería y la relación de Bolivia con Chile.
— ¿Qué hace diferente a esta diplomacia?
— Hay que entender que las maneras de relacionarse han cambiado, los conceptos de territorialidad, de pertenencia. El atlas mundial se digitalizó. El gran desafío es abordar los temas de competitividad, de los riesgos. Se afectó el rol de la intermediación. La diplomacia es eminentemente intermediaria de interpretar a sociedades. Las vinculaciones hoy no son sólo interestatales. Hay que situar a la diplomacia con las redes sociales, con la virtualidad. Hoy desde tu oficina puedes caminar por los Alpes y también puedes comerciar.
— Hoy es común que mandatarios tengan presencia en redes sociales. ¿Es bien visto eso?
— Hay que buscar espacios, y la "Twitterdiplomacia" ("Twiplomacy) es un hecho de la causa. Es un poco de inteligencia diplomática, para saber tendencias en otros países, cómo sobresalir en un mundo de tanta competencia. Si pasó el carro y no te subiste, perdiste. El tema es cómo te comportas ahí. En la Acade pusimos el tema de las redes y quienes estudiaban ahí eran reacios a usarla. En Twitter hay que comportarse bien, es como en un cóctel cuando tomas un traguito de más. El otro día alguien me dijo que me seguía, pero que era demasiado formal para tuitear. Yo no lo uso para reírme, sino que para fomentar un diálogo.
— El Presidente Evo Morales ha usado su cuenta en Twitter para descalificar a nuestro país.
— La estrategia comunicacional de Bolivia está muy avanzada, muy en la línea de países que están compitiendo en el escenario internacional.
— ¿Pero no le choca ver cómo descalifica la figura de la Presidenta o del canciller en 140 caracteres?
— Veo un interés por resaltar algo, pero otra cosa es cómo responder. Ahí está el valor de la diplomacia: atizar, dialogar, neutralizar, controlar daños. La política exterior es una política pública más, donde hay que hacer participar a la sociedad.
— El ex Presidente Piñera tuiteó, borró y se excusó por el mensaje: "Si Trump gana, será la primera vez que un multimillonario blanco viva en una vivienda pública, recién abandonada por una familia negra".
— Si hay algo difícil de poner por escrito es el humor. Hoy hay dos ejes en la diplomacia que son muy importantes: el capital de la cultura para participar en el escenario internacional y el otro es el valor geoestratégico.
— ¿Está permitido el humor en diplomacia?
— Por supuesto, y el humor abre muchas puertas, pero también las cierra. Lo mismo con la digitalización, que es súper buena, pero puede llevar al autismo, donde terminas hablando con grupos que le gustan los perros pequineses o el ajedrez. La diplomacia también tiene que ser preventiva. Hay que adelantarse a las cosas, ser más proactivos que reactivos.
— Chile demandó a Bolivia en La Haya por el Silala, ¿fue ser proactivo?
— Chile tiene tres grandes desafíos. Aquí se habla del siglo XXI, se piensa como en el XX y se razona como en el XIX. Hay que asumir que los paradigmas de comunicación son distintos. Hay que consensuar cuáles son las fortalezas de Chile y cómo solucionamos el tema con Bolivia. Eso sería adelantarse a los hechos.
— ¿Y cómo se soluciona?
— En el mapa digital no hay espacio para entrega de territorios o cambios de mapas. Es ocioso pensar eso. Hay una comunicación virtual natural, y Bolivia tiene que asumir que no necesita que le entreguemos territorio para usarlo. Tenemos que buscar cooperación. No podemos seguir bilateralizando el problema.
— ¿En qué sentido?
— Porque las autoridades son aves de paso. El Estado es mucho más que eso, hay que ver las consecuencias históricas a largo plazo. Es un desafío, pero Chile tiene que solucionar su problema con Bolivia, que no sea de sombra larga.
FUENTE: La Segunda