Por Hernán Salinas B., Investigador del CEIUC
Una de las principales características de la sociedad internacional contemporánea es el desarrollo y proliferación del fenómeno de las organizaciones internacionales. Estas entidades, nacidas a finales del siglo XIX como la expresión de la cooperación institucionalizada, han evolucionado y hoy impulsan y supervisan procesos de cooperación en los más distintos ámbitos.
Un área de especial desarrollo de este fenómeno es en el campo de la cooperación política, en particular, en materias como la paz y seguridad internacionales, defensa y promoción de la democracia representativa y de los derechos humanos, etc.
Junto a esta evolución, visualizamos una profunda crisis en estas organizaciones internacionales, en particular, en ámbitos como los ya indicados, donde si bien encontramos un fortalecimiento en el ámbito normativo e institucional, su eficacia aparece bastante comprometida.
Así, por ejemplo, si bien en el plano universal, en particular en el sistema de Naciones Unidas, en materia de paz y seguridad internacionales, ha surgido el concepto de la responsabilidad de proteger y se han fortalecido, proliferado y expandido en sus funciones las operaciones de mantenimiento de la paz, el mundo contempla con impotencia la catástrofe humanitaria que implica los largos años de la guerra en Siria y los cada vez más amenazantes desafíos para la paz mundial que constituye el régimen comunista de Corea del Norte.
Por otra parte, en el plano de defensa de la democracia representativa, en particular, en el ámbito del sistema interamericano, la opinión pública contempla con impotencia cómo la desarrollada normativa de la OEA expresada en la Carta Democrática Interamericana no ha sido capaz de desplegarse, a pesar del agudo deterioro de la democracia en Venezuela, expresada en muerte, represión y encarcelamiento de opositores, anulación de la separación de poderes y del Estado de Derecho, y otras graves violaciones a la institucionalidad democrática y los derechos humanos.
Lo expuesto, nos indica que ni la más desarrollada y evolucionada institucionalidad y normativa puede ser eficaz si no existe la voluntad política para aplicarla, ya sea en un caso por la amenaza del veto de uno o más miembros permanentes del Consejo de Seguridad, o bien, en el otro caso, por la falta de las mayorías necesarias para avanzar en las medidas y sanciones que la Carta Democrática Interamericana establece en caso de ruptura de la institucionalidad democrática, como es hoy lo que ocurre en relación con Venezuela.
Frente a lo expuesto, surge la reflexión de si la acción de la comunidad internacional organizada, en casos tan graves de amenaza de la paz y seguridad internacionales, como es el caso de lo que hoy ocurre en Siria y respecto de Corea del Norte, como de ruptura del orden democrático, del Estado de derecho y violaciones graves a los derechos humanos, como hoy ocurre en Venezuela, puede seguir sólo entregada a la inexistencia de vetos o a la obtención de mayorías o requiere de la voluntad política para avanzar en el diseño de una respuesta distinta.
Fuente: Diario Financiero