Estamos a cuatro días de la segunda vuelta electoral. Como nunca, se ha instalado un clima de incertidumbre sobre si Chile abandonará o no el camino de progreso que tan buenos resultados le ha dado en las últimas décadas. Afortunadamente, en materia de política exterior y comercial existe bastante consenso entre ambos candidatos.
Tanto Sebastián Piñera como Alejandro Guillier muestran una actitud favorable a la migración, en la medida que haya control y seguridad fronteriza para reducir los casos de narcotráfico, crimen organizado o ingreso de personas con antecedentes penales. Chile es un país de migrantes y sin duda nos hemos visto beneficiados del flujo migratorio del siglo pasado y actual. Si ponemos como foco la atracción de talento, acompañado de políticas públicas en salud, educación y seguridad social, Chile podrá hacerse cargo de manera organizada. Urge avanzar en la definición de una política migratoria, partiendo con algo tan básico como tener un registro oficial y preciso del número de migrantes en el país.
Con algunos matices, la participación en nuevas negociaciones comerciales, la promoción de un acuerdo de libre comercio Asia-Pacífico y el rol de la Alianza del Pacífico, son otras materias donde existe consenso entre las candidaturas. Respecto de integración regional, una agenda realista con el Mercosur en facilitación de comercio y cooperación aduanera o el programa de pasantías de funcionarios públicos entre los países de la Alianza del Pacífico, son ideas interesantes de ambos programas.
La incertidumbre para la política comercial viene dada por el nuevo Congreso. Con una mayor fragmentación política y ausencia de liderazgos claros, la agenda comercial enfrentará un escenario de mayores cuestionamientos, oposición de algunos grupos y un mayor trabajo político para lograr la ratificación de acuerdos comerciales. El cheque en blanco a la política comercial se acabó. Si hace una década tratados de libre comercio emblemáticos, como el de EEUU o China, eran ratificados por amplias mayorías, hoy existirán mayores dificultades para lograr la aprobación del TPP11, modificaciones a la Alianza del Pacífico, o la profundización del TLC con China.
La llegada del Frente Amplio al parlamento, con 20 diputados y un senador, contribuye a esta incertidumbre. Como señalaba el programa de la candidata Beatriz Sánchez: “Revisaremos y reevaluaremos los actuales tratados de libre comercio suscritos por Chile, a fin de reconocer, compatibilizar o modificar aquellas normas que impiden o dificultan a nuestro país hacerse parte del Mercosur y de otros procesos de integración de América Latina. No firmaremos más tratados de libre comercio hasta que no se actualicen sus criterios de suscripción, debiéndose considerar para ello la democratización de los procesos, la integración regional a nivel político y económico, como también el efecto de dichos tratados en particular”.
El planteamiento revisionista a nuestra política comercial es algo nuevo. La compatibilización en todo ámbito con el Mercosur es poco realista e inconveniente para un país de aranceles cercanos a cero como Chile, frente a un bloque más proteccionista en cuanto a tarifas.
La democratización de los procesos de negociación también genera expectación: ¿hasta dónde llegaría la democratización? ¿Se sometería a consulta ciudadana toda gestión preliminar en una negociación? ¿Cómo se protegería la necesaria cuota de reserva de las negociaciones llevadas a cabo por quienes representan al país?
En la era de la transparencia, por cierto deben mejorarse los canales de comunicación y diálogo con la ciudadanía, pero muy distinto significaría someter a consulta cada paso en un proceso de negociación, pudiendo dar lugar a un co-gobierno en las negociaciones internacionales.
Este nuevo Congreso será el factor de mayor incertidumbre para los esfuerzos de integración económica del próximo gobierno. A diferencia del pasado, el fast-track en el parlamento para ratificar los acuerdos parece llegar a su fin. Con un Congreso más fragmentado y el surgimiento de grupos políticos opositores a la política comercial actual, la habilidad política del próximo gobierno será más importante que nunca.
Fuente: Diario Financiero