Priorizar es una de las tareas más difíciles. En una entrevista, el conocido empresario Warren Buffet decía que una de las claves del éxito es enfocarse en lo verdaderamente importante. Me vino a la mente esta reflexión a partir de los distintos procesos de negociación en los que participa Chile. Nadie puede discutir los beneficios para el país de la apertura comercial y la internacionalización de nuestras empresas. Pero no todo es negociar. También es priorizar.
Un ejemplo es el posible traslape entre la negociación de la Alianza del Pacífico (AP) con los Estados asociados (Canadá, Singapur, Nueva Zelanda y Australia) y la ratificación en el Congreso del nuevo TPP11, que no incluye a EEUU. La negociación con los Estados asociados aspira a los estándares del TPP11, acuerdo que ya fue firmado por Chile. ¿Cuántas energías destinar entonces en una negociación AP-Estados asociados si ya contamos con un TPP 11 que incluye a los mismos países, salvo Colombia?
Otro caso es priorizar entre los esfuerzos bilaterales y multilaterales. Vengo de un seminario en Brasilia sobre la convergencia entre Mercosur y la AP. Indudablemente hay un mejor espíritu de acercamiento, pero aún basado en declaraciones de buenas intenciones. Al mismo tiempo, Chile inició negociaciones bilaterales con Brasil y modernizó su acuerdo con Argentina.
¿Vale la pena poner las fichas en la convergencia AP-Mercosur o en sacar el máximo provecho posible a las relaciones bilaterales con Brasil y Argentina?
Entre tanto acuerdo y negociación, el riesgo es caer en la inercia, olvidando la verdadera misión del comercio y la inversión. Los crecientes cuestionamientos a la globalización han puesto una luz de alerta sobre la necesidad de comunicar con más fuerza los beneficios del intercambio económico y hacerse cargo de los grupos rezagados. Esa tarea requiere una estrategia clara y mucha dedicación.
La pregunta, entonces, es cómo priorizamos. La respuesta es identificar dónde hay un mayor impacto para los intereses del país. A partir de eso, la definición de prioridades puede decantar con mayor facilidad.
Una prioridad puede ser profundizar la relación comercial con Asia-Pacífico, que representa más de la mitad de nuestro intercambio comercial y a la que nuestras empresas cada vez tiene mayor acceso. Así, la agenda de Chile en la APEC 2019, los esfuerzos de una zona de libre comercio Asia-Pacífico y la articulación de la AP como bloque negociador con Asia resultan prioritarios.
Una segunda prioridad es el comercio y la inversión en la nueva economía. Eso incluye desde el monitoreo permanente del proteccionismo 2.0, que afecta directamente a nuestras empresas e inversionistas, hasta la adaptación a la revolución digital.
Finalmente, tenemos una inmejorable oportunidad de impulsar una política comercial y de inversiones integrada, donde nuestras agencias de promoción estén bajo la coordinación de la futura Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales. Podemos terminar con la dispersión de acciones de promoción y con la ya obsoleta dicotomía entre comercio e inversiones, teniendo una red de agregados de negocios a cargo de ambos temas.
Gobernar es priorizar. Después de grandes logros comerciales en las últimas décadas, bien valdría hacer este ejercicio en base a los mayores intereses para el país.
Fuente: Diario Financiero