El 2017, fue un año muy difícil para el partido socialista francés. El 6,36 %, fue el puntaje de Benoît Hamon en la primera ronda de las elecciones presidenciales del 2017, 29 diputados representados el PS de la “Assemblée Nationale”, alrededor de 140 000 miembros perdidos por un total actual de 28 000; en un partido que perdió su sede histórica de Solferino. En el mismo tiempo, el nuevo partido de Emmanuel Macron, tiene casi 200 000 afiliados. El PS está en competencia por su izquierda por la “France Insoumise” (Francia insubordinada) de Jean-Luc Melenchon y a su derecha por “La République en marche” del Presidente Macron. Así, el PS lucha por encontrar un espacio político para no desaparecer completamente del radar político. ¿Sera esto el primer paso hacia la puerta de salida de la historia política de nuestro país?
Los pretendientes para dirigir la reconstrucción del partido socialista francés no estaban ausentes. A pesar que los caciques como Christiane Taubira, Jean Christophe Cambadelis o Najat Vallaud Belkacem no se presentaron, son socialistas menos conocidos como Emmanuel Maurel, Luc Carvounas, Stéphane Le Foll u Olivier Faure que aceptaron de hacer frente a los desafíos de la reconstrucción. Olivier Faure fue elegido y, en este ámbito, son dos opciones que se presentan a el: O seguir con los mismos notables de región que están aquí hace mucho tiempo (que tienen un parte de responsabilidad en la caída del partido) y dirigir un grupo de oposición mas ruidoso que constructivo o dejar todas esas prácticas antiguas, distanciarse del balance de François Hollande y construir un movimiento nuevo.
Más que candidatos famosos, es una visión de futuro que necesita el partido. Para que el PS conozca un nuevo Epinay (ciudad donde se formó el Partido Socialista Frances actual, en 1971), necesita un análisis de la sociedad francesa y del mundo, es decir, un análisis de la evolución del capitalismo y sus traducciones geopolíticas tomando en cuenta la ideología actual y su relación con la evolución del capitalismo, para finalmente delinear el esquema de un proyecto.
Una buena estrategia sería la de saber en ¿Qué grupos sociales el PS tiene la intención de contar como prioridad y con quién pretende unir fuerzas para llevar a cabo la visión que él defiende? Alinear las propuestas, querer liderar la "batalla cultural", ir a conocer a las clases populares... Todo esto no es ni falso ni vergonzoso. Esa verborrea simplemente no funciona.
La franja anti-Macron y la franja sensible al diseño del Presidente, podría llevar a que el PS se vea privado de una autonomía intelectual, política y estratégica, que le permita entablar una posible ofensiva política en la sociedad francesa. Todos los problemas serán construir una línea ideológica única, propia al partido, y no estancada entre la France insoumise y En marche. Deben evitar el codo contra el codo, elevarse y proponer un proyecto de sociedad en lugar de un proyecto de oposición.
Las deserciones de algunos como Manuel Valls o Jean-Yves LeDrian (actual Ministro de Europa y Asuntos Exteriores), no deben influenciar la refundación. Podemos dudar que los movimientos que se separan actualmente tengan éxito, ya que necesitan el carisma de Melenchon o construir sobre una base popular como lo de Macron para que funcionara.
A pesar de todos eso, las fortalezas del PS permanecen: un gran número de funcionarios electos locales, una cultura de gobierno y una red de funcionarios de alto rango aún activos.
A la vista de esos datos, la situación del partido parece bien complicada. Pero el partido siempre ha sido cíclico, después de cada gran responsabilidad, hay una crisis interna, una cura de la oposición y un regreso en vigencia. El Parti Socialiste renació varias veces, como en 1983 y en el 2002, cuando Jospin termino tercero en la presidencial de 2002, detrás de Jean Marie le Pen. ¿Nunca hay dos sin tres?