Chile ha recibido formalmente la posta para la reunión APEC 2019. Han pasado poco más de 14 años desde aquel primer encuentro que nuestro país también acogiera como anfitrión, y cuya organización me tocara dirigir en calidad de Canciller, durante el gobierno del Presidente Ricardo Lagos.
Para entonces, las tensiones que enfrentábamos eran distintas. Afirmábamos una identidad propia como asociados al Mercosur, complementaria con otros procesos negociadores, como el Acuerdo de Asociación Estratégica con la UE y el TLC con EE.UU. Nuestra relación con los países del ASEAN recién vislumbraba a través de un acuerdo con Brunéi, y no existían la Alianza del Pacífico ni el extinto TPP-11.
¿Qué significa esto?; que la densidad actual de nuestros vínculos es mayor a todo nivel, y que aquello también representa la necesidad de pasar a una segunda etapa de relacionamiento, en el cual, nuestro liderazgo estará marcado por la capacidad de ser un driver entre las 21 economías del Asía y Latinoamérica, y de redefinir una agenda fresca e innovadora, que no se agote en un efectismo de meros encuentros.
En lo primero resultará clave mostrarle a nuestros invitados porqué la vecindad del Pacífico es una puerta de entrada en “dos direcciones”, tomando ventaja de lo que ocurre en puertos del Atlántico, lagos y ríos, a través de una política de corredores o recalcando el complemento de valor en la inversión extranjera directa, con capitales regionales de nuestras empresas. En un nuevo diálogo global, Chile debe impulsar la convergencia de bloques, que permitan disciplinar miradas comerciales de largo aliento, conectando mercados diversos. Está la Alianza del Pacífico, pero también el Mercosur, Centroamérica y el Caribe, estos últimos inmersos en una realidad bioceánica, que tiene todas las condiciones naturales para sumarse a una integración con los países del Asia. Destacable en este sentido es la histórica y reciente visita del Presidente Xi Jinping a Panamá, en el marco de la Nueva Ruta de la Seda.
Chile debe defender también la apertura y los principios de cooperación que inspiraron el nacimiento de APEC. Nuestro pasado nos ha mostrado una y mil veces que la firmeza en convicciones concretas da más frutos que el consenso en la vaguedad genérica.
Así fue como defendimos la permanencia del TPP- 11, hoy CPTPP. Debemos alzar la voz mostrando que los problemas de integración global se resuelven con más y mejor integración, no con proteccionismo.
La Cumbre de Puerto Moresby y un alentador resultado del G-20 en Buenos Aires, nos ponen un estándar en el que Chile no puede permitir que el diálogo económico multilateral se polarice o caiga en la captura de intereses nacionales. Trabajar un piso de entendimiento básico, para que nuestros países sellen por escrito un compromiso de cómo asumimos la realidad comercial transpacífica, será un test de liderazgo diplomático y destreza política para nuestra Cancillería.
Fuente: La Tercera