La del título fue una de las preguntas del VII Foro de Transparencia y Buen Gobierno Chile-España, iniciativa que se realiza hace ocho años para intercambiar experiencias y prácticas de buen gobierno.
Un primer tema de debate fue la aceptación social del lobby como una práctica legítima. El contexto de desconfianza pública actual no es el mejor aliado para legitimar el diálogo público-privado como una herramienta para lograr mejores políticas públicas. Si vemos con sospecha cualquier acercamiento entre un actor privado y la autoridad, sólo se terminará regresando a la opacidad en el contacto entre los dos mundos. Mejor crear las condiciones para reconocer estos contactos, dotándolas de transparencia e información de cara a la ciudadanía.
El diseño y la toma de decisiones en las políticas públicas requieren diálogo entre distintos mundos. Un sector público incomunicado con los distintos grupos de interés o un sector privado que desprecia el rol del Estado, sólo se traducen en un deficiente proceso de deliberación. Acuerdos comerciales que no conversan con las inquietudes e intereses de los afectados se convierten en diálogo de negociadores comerciales entre cuatro paredes. Y legisladores que regulan las nuevas plataformas tecnológicas sin conocer el proceso de innovación de las propias startups, terminan aprobando leyes rápidamente obsoletas.
Tanto en España como en Chile, se requiere una conversación público- privada más robusta, dentro de un marco de transparencia y solidez institucional. Contar con leyes de lobby es un primer paso.
Otra reflexión fue sobre la llamada diplomacia corporativa de las empresas multinacionales, que hoy tienen presencia en cientos de países con características, regulaciones y culturas del Estado distintas. ¿Se toman en serio estas empresas su rol en la contribución de mejores políticas públicas? Más allá de su obligación de ser rentables y eficientes, ¿cuál es su nivel de vinculación en los países receptores de sus inversiones y productos?
Si hablamos de un mundo global y de la internacionalización de nuestras empresas, es necesario entender que deben vincularse con su entorno, con los gobiernos, con las universidades y la sociedad civil. En eso hubo coincidencia, a partir de aquellas empresas españolas exitosas en su inserción internacional en rubros como infraestructura o energía.
En pocos meses más, tendremos en Chile una masiva presencia de empresas extranjeras en el marco de la APEC y COP25. Será una instancia de intenso diálogo público-privado y una vitrina relevante hacia el mundo. ¿Miraremos esos encuentros con desconfianza o como el momento de atraer nuevas oportunidades para el país y de pensar mejores políticas para temas tan relevantes como la inserción en el Asia-Pacífico o un desarrollo sostenible sin desincentivar la inversión?
El desafío, entonces, es cómo vamos construyendo más espacios de encuentro público-privado, creando condiciones para darle permanencia en el tiempo en un marco de transparencia e información frente al público. Los gobiernos deben dejar de lado resistencias injustificadas, y los privados deben entender que hay una proyección más allá de las necesidades de corto plazo.
El Foro Chile-España logró reunir a actores públicos, legisladores, academia y sociedad civil en un mismo acto. Situaciones que son vistas como excepcionales deben constituir una regla general. Sólo así lograremos crear condiciones más sólidas para el progreso de nuestros países.