Opinión

El nuevo Piñera

Cuando el Presidente Piñera llegó a Cúcuta el 2019 para entregar ayuda humanitaria, la estrategia era proyectar un liderazgo regional. Era el año de las luces para Chile, sede de eventos internacionales tan importantes como la APEC y la COP-25. El mandatario hacía un llamado en la ONU a tomar conciencia frente al cambio climático y Estados Unidos y China anunciaban la firma de una tregua a la guerra comercial en nuestro país. Todo hacía presagiar que el Presidente podía convertirse en un referente para América Latina.

Nada de eso ocurrió. El estallido de violencia golpeó la imagen país, la confianza en las instituciones se desplomó y cuando Chile lidiaba con el vandalismo y los destrozos, llegó la pandemia más devastadora de los últimos 100 años. Al gobierno le cambiaron todas las preguntas y entró en un espiral de conflictos y tensiones con el Congreso. Así, buscar el legado en alguna reforma legal resultaba difícil.

Menos aún buscar el legado en el proceso constituyente. El gobierno será un actor más, pero no el protagonista del debate ni menos el conductor del proceso. Es probable, además, que al proceso chileno le sigan otros países de Latinoamérica, como lo han anticipado Perú, Panamá y, en menor medida, Colombia. Así, los cambios constitucionales pueden ser recordados no sólo como un paradigma chileno, sino como una respuesta de varios países de la región frente al malestar social.

Entonces ¿dónde encontrar el legado por el cual será recordado este gobierno? La respuesta está en el Covid-19 y en el sobresaliente manejo de la emergencia sanitaria.

Veamos. El gobierno se anticipó decretando alerta sanitaria antes del primer caso de contagio; promovió alianzas público-privadas para asegurar el acceso a insumos y ventiladores mecánicos; fortaleció la red asistencial para tener disponibilidad de camas críticas; y tomó altos riesgos para asegurar dosis con las farmacéuticas, cuando los ensayos sobre la efectividad de las vacunas estaban en curso. Por último, el país hizo uno de los mayores esfuerzos fiscales de la región para apoyar a empresas y familias, gracias a la responsabilidad fiscal construida en décadas.

Hoy, Chile es el país que más ha vacunado contra el coronavirus los últimos 7 días por cada 100 habitantes; tiene acuerdos por dosis para más del 100% de su población; y según la Cepal, las ayudas estatales permitieron reducir el impacto en la pobreza en 3 puntos en 2020. A comienzos de la pandemia, cuando el mundo se cerraba Chile avanzó con socios como Nueva Zelanda, Australia y Singapur en mantener sus cadenas de suministro abiertas y la recuperación de su comercio exterior ha sido extraordinaria.

Es más, mientras países del vecindario tiene serios problemas para vacunar y sufren escándalos de corrupción, Chile propone una iniciativa para impulsar un tratado global contra las pandemias y coopera concretamente mediante el envío de dosis a otros países de la región.

El “nuevo Piñera” debe poner el acento en el manejo del Covid-19 como el principal legado del gobierno. Es probable que no sea reconocido en las encuestas, menos en los matinales ni en la manada twittera. Pero eso poco importa.

Es hora de apagar el rating y pensar en el legado por el cual este gobierno no será recordado el próximo año, sino la próxima década. Y ese legado se construye sobre un gobierno que manejó adecuadamente la pandemia y que se comprometió con una respuesta regional. Sin imaginarlo, el Presidente puede transformarse en un referente regional en la materia, la misma oportunidad que se le escapó el 2019.

Fuente: Diario Financiero