Capta poca atención política y menos interés en las urnas, pero no por eso deja de ser relevante. ¿Cómo se plantean los ganadores de la primaria frente a la política comercial de Chile y la inversión extranjera?
Actualmente, las exportaciones chilenas representan cerca de un tercio del PIB, ha sido de los sectores que más rápido se ha recuperado durante la pandemia y cuenta con más 8 mil empresas que siguen contribuyendo a diversificar nuestra canasta de productos y servicios.
La cada vez mayor dependencia de China exige mirar en serio nuevos mercados con potencial, como India o Indonesia; la llamada “ola verde” generará nuevas oportunidades en energía, minería y litio; nuestras startups piensan globalmente y la inversión extranjera será crítica en la recuperación de mediano plazo de la economía. Eso exige negociar mejores condiciones de acceso, ofrecer reglas del juego claras y convicción de la clase política. Misma convicción que viene debilitada y cuyo corolario es la falta de aprobación del TPP11, el mismo acuerdo en que Chile fue protagonista desde sus orígenes.
En comercio e inversiones, la respuesta de Sebastián Sichel es de “continuidad”. El candidato propone potenciar la red de acuerdos comerciales, una mayor integración a las cadenas de valor y la convergencia entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur, tema más retórico que efectivo.
Lo novedoso es la aspiración de convertir a Chile en una plataforma de servicios y logística para el Asia-Pacífico: sin logística no hay integración a las cadenas de valor posible y los servicios son un área de enorme potencial exportador. Aunque el programa se orienta en la dirección correcta, falta más fuerza en el atractivo de Chile para la inversión extranjera y una política comercial más audaz.
Boric, en tanto, plantea algunas fórmulas trasnochadas, más propias de los 60, vestidas con nuevo ropaje. Su programa es “revisionista” y de alto dirigismo estatal. Propone un Banco de Desarrollo a cargo de una nueva política industrial; revisar el impacto de tratados comerciales y “ajustarlos a nuevas definiciones de política exterior”; evaluar el ingreso pleno de Chile al Mercosur (en circunstancias que el bloque pasa por su peor momento); y la revisión de los acuerdos de inversión bilaterales.
Este omnipresente Banco de Desarrollo implementará políticas industriales, definirá la estrategia de atracción de inversiones y fijará una serie de criterios en política comercial. ¿Podrá un grupo de notables definir qué debe y que no debe hacer Chile en estas materias? ¿Mientras revisamos el impacto de los tratados, suspenderemos negociaciones tan importantes como con la India o la Unión Europea?
La política revisionista del Frente Amplio en materia de tratados comerciales no es nueva y es consistente con su discurso en el Congreso. No se sabe bien qué implica en la práctica y cómo puede terminar dañando la apertura comercial chilena, motor de desarrollo de las últimas décadas. Una política comercial más inclusiva para pequeñas, medianas empresas y mujeres requiere más apertura, no menos.
Las primeras alarmas en política comercial y de inversiones vienen de la candidatura del Frente Amplio. Es de esperar que la brisa de moderación del domingo llegue a su programa de gobierno. La reputación de Chile como actor serio y confiable a nivel internacional se construyó día a día, gobierno a gobierno, negociación tras negociación. Eso requiere mantener relaciones estables, predecibles y honrar nuestra bien ganada reputación internacional.
Fuente: Diario Financiero