Todos saben de alguna manera que la Antártica es parte importante de lo que somos como país. Sin embargo, nos falta una cultura antártica potente. Es verdad, los esfuerzos de la Región de Magallanes y del Instituto Chileno Antártico son fundamentales, así como la enorme labor de las FF.AA. como articuladores de la presencia soberana de Chile.
Esta presencia sobre el continente blanco data de muy lejos. Sin embargo, no fue hasta los incidentes del navío británico Endurance, atrapado en el hielo en 1915, y la heroica labor de su rescate por el Yelcho comandado por el piloto Pardo, que se comprendió que no bastaba con meras expediciones esporádicas. Pero es aún más importante, nos advirtió que nuestra presencia tenía que ser permanente. No fue hasta el gobierno de Gabriel González Videla que un Presidente puso pie en el territorio antártico. Estas son acciones de soberanía que son muy relevantes a la luz de exponer una presencia histórica que permita reivindicar nuestros derechos, pero a la vez nuestra histórica vocación por el continente antártico.
Este pasado es relevante para las próximas décadas. El Tratado de Washington, suscrito por Chile y que entró en vigencia en 1961, congeló las reclamaciones territoriales sobre la Antártica. Entre las cláusulas quedó establecido que el continente era una zona de paz y libre de conflicto militar, y que no se explotarían los recursos naturales que existen en su vasto territorio. Es un lugar considerado un santuario para la ciencia y la comprensión de los fenómenos naturales. El tratado podrá ser revisado en 2048. Desde ese momento, habrá muchas presiones para reclamaciones territoriales, y, por cierto, la explotación de recursos naturales, incluyendo el agua.
Pareciera que estamos muy lejos de esa fecha, pero en realidad está encima. Todas las acciones que procuren defender nuestros intereses nacionales y la preservación de los territorios antárticos chilenos son cruciales. En ese sentido, es prioritario todos los actos de afirmación realizados sobre nuestras pretensiones territoriales. Serán la base de un registro histórico que será clave en el momento que se hagan efectivos nuestros derechos. También no perder oportunidad para que todo nuestro Estado esté presente en el continente, tanto en el desarrollo científico como en la acción de soberanía.
Estamos en un punto crítico. El desastre que representa el cambio climático encontrará muchas respuestas en el territorio antártico. Tal vez, la posibilidad de cura a una enfermedad. Ni qué decir del posible aumento del nivel del mar o de las temperaturas. Este es un tema esencial para el futuro del planeta y para nuestro país.
La tarea es urgente y prioritaria. El Instituto Chileno Antártico debe ser un lugar para la ciencia, pero también para el estudio del Derecho, las relaciones internacionales y la geopolítica al más alto nivel. El Estado de Chile precisa una estrategia antártica nacional que haga confluir a todo el Estado. Desde ya llamo a quienes asuman el mando de la nación en marzo del próximo año a tomar el desafío.
Fuente: La Tercera