Este año, el CEIUC lanza la segunda edición del índice Riesgo Político América Latina, como una guía para los tomadores de decisión en la esfera pública y privada. Si la primera versión estuvo marcada por los devastadores efectos de la pandemia, la presente alerta sobre el creciente nivel de incertidumbre y volatilidad que enfrenta la región.
La pandemia del Covid-19 ha dejado un duro legado: un tercio de las muertes han ocurrido en el hemisferio, se destruyeron más de 20 millones de empleos, los niveles de informalidad laboral se dispararon, la desigualdad aumentó y la pobreza se empinó a cerca de un tercio de Latinoamérica.
La pandemia también ha sido una oportunidad para que ciertos gobiernos concentren mayor poder y apliquen indebidamente los estados de excepción. Nuevos autoritarismos emergieron en sociedades impacientes, desconfiadas y fuertemente golpeadas por la emergencia sanitaria.
El 2021 finaliza con una economía regional recuperándose, luego de la debacle del año anterior. Pero una recuperación insuficiente y con modesta proyección de un 3% para el 2022. Una región que sigue lidiando con una emergencia sanitaria global y que hoy enfrenta una “triple crisis”.
Una crisis de gobernabilidad, con una democracia bajo tensión. Según el in- forme Estado de la Democracia en las Américas 2021 de IDEA Internacional, la mitad de los países de América Latina y el Caribe muestran señales de erosión democrática.
En tanto, Latinobarómetro advierte que la mitad de los latinoamericanos tolerarían un gobierno no democrático mientras resuelva sus problemas. Los niveles de confianza hacia las instituciones públicas permanecen bajos, el descontento respecto de la calidad de los servicios públicos aumenta y las redes sociales imprimen una velocidad a las demandas sociales que el Estado no es capaz de procesar.
Una crisis de expectativas. Las distintas protestas sociales, muchas veces vio- lentas y lideradas por jóvenes, habla de expectativas frustradas, de esperanzas que se esfuman. Los gobiernos no han sido capaces de adaptarse al cambio social y cultural vivido por América Latina los últimos 20 años.
Mientras la ciudadanía opera bajo una lógica de S. XXI, con la digitalización como acelerador, el Estado y sus instituciones siguen operando bajo la lógica del S. XX. Una tormenta perfecta de una ciudadanía más exigente, una democracia incapaz de seguir el ritmo y una economía que se encamina a una nueva década perdida, luego de un anémico crecimiento en el quinquenio 2014-2019, el remezón de la pandemia y las tímidas proyecciones para los próximos dos años.
Una crisis de certezas. Los mayores niveles de incertidumbre económicos y políticos debido a factores externos e internos aumentan el riesgo político. La incógnita sobre el impacto de las nuevas variantes de la pandemia, los desequilibrios macroeconómicos liderados por la inflación y el escaso margen fiscal de estados más endeudados introducirán nuevas dificultades.
Así, América Latina enfrentará otro año complejo. Los niveles de incertidumbre, volatilidad, riesgo político y polarización se mantendrán altos. Por su parte, el populismo, el sentimiento anti-elite y el nativismo xenofóbico seguirán presentes y la combinación de todo ello hará la gobernanza crecientemente compleja.
Desde la erosión de la democracia, el ascenso del cambio climático, el riesgo del retorno de la violencia, hasta la proliferación de economías ilícitas y ciberamenazas, Riesgo Político América Latina 2022 advierte la profundización de riesgos existentes, la aparición con fuerza de otros emergentes y el desafío de una región que deberá continuar enfrentando tiempos nublados.
¿Estarán los gobiernos y las empresas preparados para manejar altos niveles de riesgo político y navegar en aguas inciertas?
Fuente: López Doriga