El Presidente Biden se encuentra con problemas internos del Partido Demócrata y una oposición que hará lo que sea para dejarlo paralizado. A Boris Johnson le llueve sobre mojado. Ya nadie compra sus excusas para las fiestas, incluso la que ocurrió en la noche anterior al funeral del Príncipe Phillip. Todo en mitad de la pandemia. Macrón está preocupadísimo en Francia por el alza de la extrema derecha. Olaf Scholz sigue recién llegado al poder en Berlín, y aunque empoderado, no tiene las respuestas. La OTAN está en una crisis de identidad en la que fue sumida por la administración Trump. Es decir, los líderes occidentales están en un mal pie para enfrentar una crisis de proporciones no vistas desde el fin de la Guerra Fría en el este europeo.
La posibilidad de una invasión rusa a Ucrania es cierta. Una palabra mal dicha o una acción que llame al equívoco puede prender la mecha. El problema es qué pueden realmente hacer. Finalmente, es una tragedia de la que nadie sabe cómo salir. Estados Unidos apoyará con tropas y pertrechos a Ucrania. No se sabe mucho que harán otros, pero incluso los españoles enviaron un buque de la Armada hacia el Mar Negro, junto con el resto de la OTAN. Además, ofrecieron mover cazas a bases de la organización en Bulgaria. Suecia desplegó cientos de tropas en una isla estratégica del Báltico en su soberanía. Estos movimientos eran impensables tan solo un par de años antes.
Seguimos lejos del botón rojo. Lo más probable que es que sea un conflicto de baja intensidad. Puede ser largo y tedioso para Europa, pero también para el mundo entero. La dependencia energética europea de los rusos es otro agregado que se transforma en el punto de inflexión en cada invierno. Estas tensiones pueden ser la base del orden mundial post Covid, lo que también puede alterar para siempre la estructura del sistema internacional. Necesitamos organizaciones multilaterales, pero hay que adecuarlas a las crisis de esta época.
Por su lado, desde 2014 en la crisis de Crimea que Moscú está con la mirada en Ucrania y la protección de su minoría rusa. Estratégicamente quieren sacar lo más lejos posible a la OTAN desde su espacio vital. Más encima, son los dueños de la energía. Es difícil pensar cómo esto se les pudiera escapar de las manos. Todo, a menos que Occidente busque dos cosas. Primero, terminar con la dependencia energética de cada invierno. Segundo, suponer que todos logren una contención militar de fronteras y que no entren en territorio ruso.
Por si el escenario no fuera lo suficiente complejo en la frontera entre Rusia y Occidente, la tensión entre China y Taiwán ha llegado a un punto cúlmine. Para los Estados Unidos es un compromiso de generaciones hacia la que Beijing llama una provincia renegada. La desestabilización de esa zona podría tener un efecto dominó sobre el resto de Asia y poner en alerta a un gigante como la India, el que podría aprovechar el vacío de poder.
Estamos en un momento clave en las definiciones de los próximos años y décadas. De lo que ocurra en las próximas semanas veremos cuánta fuerza le queda al sistema multilateral. ¿Nos afecta a los chilenos? Sí y mucho, porque somos un país abierto al mundo. Nuestra Cancillería tendrá que estar muy atenta a los desarrollos que vienen.
Fuente: La Tercera