La discusión sobre la aprobación del CPTPP (también conocido como TPP11) adquirió en las últimas semanas nuevos bríos tras las palabras de la ministra del Interior, quien ejerciendo su liderazgo como jefe de gabinete, anunció un nuevo espacio para avanzar en una definición de convergencias en tormo al acuerdo comercial.
Hoy no existe mejor momento para retomar esta urgente discusión que nos debería llevar a la votación del TPP11 en la Sala del Senado. El comienzo de un nuevo tiempo para el acuerdo constitucional nos permite alejar los maximalismos presentes en la fenecida Convención Constitucional de este tratado, ya que impropiamente se indexó en su debate el mérito de su contenido a lo que era la propuesta del texto constitucional, alentado desde un espacio absolutamente impropio y ajeno, los prejuicios y slogans en torno al CPTPP.
Al final del día los detractores del CPTPP han sido históricamente detractores del libre comercio de Chile y hay que leer sus críticas en esa clave. El Presidente tiene hoy una oportunidad de impulsar una discusión seria, razonada y seleccionando a los interlocutores propicios que deberían liderar esta segunda oportunidad para el Acuerdo que reabrieron con buen juicio la ministra Toha y la canciller Urrejola.
Una discusión alejada de críticas absurdas y sofismas y confrontada a la realidad. Que aborde el desafío de seguir impulsando políticas industriales, tal como lo hacen socios miembros como Japón, México o Canadá y que desmitifique la carga de obligaciones legislativas a las cuales Chile debería estar obligado de ser parte como es el caso de la discutida área de los denominados “requisitos de desempeño”, o nuestro detrimento frente a soluciones arbitrales foráneas. Ambas cosas presentes por cierto hoy en otros acuerdos suscritos por Chile.
Pero el realismo del Presidente deberá también tabular otro elemento clave: el costo que tiene para Chile cada minuto que transcurre sin ser parte de un Acuerdo para un país que ha basado su estrategia de desarrollo en la apertura internacional, auto marginándonos del área regional más relevante para nuestras relaciones económicas internacionales y receptora de más de la mitad de nuestro comercio a nivel global: el Asia Pacífico.
Así las cosas, en años complejos que asoman para nuestra economía, la tarea presidencial será entregar certezas a la inversión extranjera y nacional, prescindir de un inadecuado rol en el nuevo proceso constitucional (que embargue su autonomía en la política de Estado) y saber alinear los argumentos y voces responsables en su propia coalición, donde no pocos insistirán en una trinchera contra el CPTPP desde el activismo ideológico y no en un debate crítico de la política pública y las relaciones internacionales.
Tiempo del interés nacional y el bienestar de miles de chilenos y de no confundir la política exterior de largo aliento y permanente con un programa de coalición de cuatro años.
Señor Presidente, es ahora o nunca.
Fuente: La Tercera