Expertos del área estiman inapropiado que las embajadas sigan siendo “una herramienta presidencial para la recompensa a partidos políticos”.
El martes, el Ministerio de Relaciones Exteriores comunicó la renuncia de la embajadora de Chile en el Reino Unido, Susana Herrera, luego de que ella presentara su desistimiento voluntario al cargo. Esto tras el controvertido proyecto que presentó a la Gobernación Regional del Bío Bío para levantar fondos públicos y privados, alejándose de los conductos regulares.
En detalle, la ahora exembajadora había solicitado previamente un financiamiento para establecer un mercado de maderas en Santa Juana -una de las comunas que se vieron más afectadas producto del sistema frontal y también a causa de un incendio forestal este verano-, por montos que alcanzan los US$ 5 millones.
Jorge Tarud, ex embajador de Chile en Arabia Saudita, Australia y la República Popular China, comenta que lo más grave de la iniciativa de Herrera fue haber involucrado al Rey Carlos III, aduciendo que la solicitud fue realizada en colaboración con la Circular Bioeconomy Alliance (CBA), fundación creada por el monarca.
“De haber sido así, la embajadora debió informar a Cancillería, y son ellos los que definen qué se hace con el proyecto y si estiman destinarlo a otro ministerio para una eventual puesta en práctica, pero no le corresponde a la embajadora gestionar directamente”, expresa Tarud.
Situaciones complejas han ocurrido en otras oportunidades, como la polémica que generó el embajador de Chile en España, Javier Velasco, quien cuestionó el legado de los "30 años" de la ex Concertación. Otro es el caso de Sebastián Depolo (RD) que esperó nueve meses para recibir el beneplácito de Brasil para asumir como embajador.
También en el área de la política exterior, en enero de este año, se filtró un audio que involucraba a la ex canciller Antonia Urrejola, en el cual se debatía la respuesta de Chile a las críticas emitidas por el embajador de Argentina en el país, Rafael Bielsa, con respecto al rechazo del proyecto minero Dominga. Este hecho culminó con la renuncia de la directora de comunicaciones (en ese entonces) de la ex secretaria de Estado, y posteriormente con la salida de Urrejola en marzo, quien fue removida del cargo en un cambio de gabinete.
“Hasta antes de la dictadura, los embajadores requerían la aprobación del Senado con el objeto de llevar esa representación de Estado, porque la política exterior tiene que ir más allá de la política contingente. O sea, el nombramiento de los embajadores en una agenda tan demandante, donde las instituciones intermediarias han perdido su influencia, de acuerdo a la globalización y a la digitalización; los parlamentos, la familia, la academia, la iglesia, la diplomacia, todas las instituciones tradicionales han visto disminuidas su calidad de intermediario”, menciona el ex Director de la Academia Diplomática de Chile “Andrés Bello” y consejero del Centro de Estudios Internacionales UC (CEIUC), Pablo Cabrera.
La formación de un diplomático de carrera
Cabrera, quien también fue embajador de Chile en Rusia, China y el Reino Unido, señala que, durante su periodo como director de la Academia Diplomática, el proceso de admisión era muy riguroso.
El especialista detalla que la formación de un diplomático consiste en un concurso público de oposición (una serie de pruebas que son efectuadas con el objetivo de captar al mejor de los postulantes) enfocado a personas tituladas de profesiones afines a la diplomacia, quienes rinden un examen escrito, donde se explayan sobre temas de política internacional, derecho internacional, además de preguntas de actualidad -para ver principalmente el razonamiento, su conexión con el mundo y con lo que sucede con la agenda-.
El consejero del CEIUC indica que, también, los postulantes son sometidos a un examen de idiomas, además de una entrevista oral posterior para quienes aprueben el examen escrito con un mínimo de nota ante una comisión. Esta comisión se conforma con anterioridad por una resolución del Ministerio de Relaciones Exteriores, y es la encargada de corregir los exámenes escritos, para luego (manteniendo los miembros o agregando otros) participar en la comisión del examen oral.
Cabrera asevera que, posteriormente, dependiendo de la cantidad de postulantes y de las vacantes que existen, estos pasan a un examen psicológico monitoreado por especialistas, psicólogos y sociólogos (contratados a los efectos externamente). Luego de eso, los postulantes seleccionados ingresan a la carrera para “una suerte de equivalente a un diplomado”.
“De ahí pasan a una práctica, a las diferentes direcciones del ministerio, para poder después graduarse, después de dos años, un año o diez meses, y comenzar ya en el escalafón del Servicio Exterior para poder ser destinado al exterior. Es una formación que debe ir adecuándose, adaptándose a los requerimientos de lo que es la diplomacia. Si bien es cierto que la diplomacia vale por sí misma, por su contribución a la paz, a la seguridad, al entendimiento, creo que tiene que adaptarse en rigor, y ojalá la adaptación y los cambios vengan desde adentro de la Cancillería, desde los expertos”, añade el ex Director de la Academia Diplomática de Chile “Andrés Bello”.
Samuel Fernández, ex embajador de carrera y analista internacional de la Universidad Central, comenta que la renuncia de la embajadora Herrera es la acción correspondiente, argumentando que ésta faltó a la práctica diplomática, al exponer al país en la creación de un problema bilateral muy grave, "desde el momento que se falsea lo que el rey puede haber pedido".
El experto asegura que los reyes en Gran Bretaña nunca realizan este tipo de solicitudes, lo cual le corresponde a su gobierno. Y sostiene que este hecho podría producir un impasse y un daño en la relación con el país británico. A pesar de la renuncia de Herrera, el ex embajador de carrera enfatiza en que se producirá un desprestigio ante la decisión de haber nombrado a una persona “totalmente inexperta en un puesto de tanta importancia”.
El Presidente de la Asociación de Diplomáticos y Diplomáticas de Carrera (ADICA), Fernando Guzmán, en representación del Servicio Exterior, hace un llamado a la autoridad para el nombramiento de profesionales en la conducción y ejecución de la política exterior de Chile.
Del mismo modo, el especialista insta a los integrantes del Consejo Constitucional a considerar la inclusión de una norma sobre esta materia en el próximo borrador de la Constitución, para evitar este tipo de situaciones.
“A lo largo de décadas hemos sido testigos del nombramiento de decenas de Embajadores por razones de política contingente, de equilibrios de poder entre los partidos políticos, por amistad o por el mero pago de favores. Las Embajadas y Misiones de Chile no son lugares para el pago de favores. Muy por el contrario, sabemos que esos lugares son la cara visible de Chile en el exterior y deben ser dirigidas por profesionales”, expresa el Presidente de ADICA.
“Creemos que sería incomprensible para la ciudadanía que nuestras Embajadas siguieran siendo una herramienta presidencial para la recompensa a partidos políticos que no fueron considerados en un reajuste ministerial o a personas no consideradas para cargos en la Administración Central”, añade Guzmán.
Fuente: EMOL