Haití evoca pobreza, crisis humanitaria y violencia. Su historia, desde la llegada de Cristóbal Colón en 1492, se caracteriza por la falta de estabilidad y prosperidad. Los primeros asentamientos españoles enfrentaron la rebelión del cacique Hatuey, sofocada por la superioridad bélica, lo que estableció un régimen de trabajo forzado. La importación de esclavos africanos se tradujo en un período de crecimiento económico, pero la isla perdió relevancia frente a otras colonias. Las condiciones precarias, a su vez, condujeron al comercio de contrabando.
Tras ceder Santo Domingo a Francia, la colonia se convirtió en una de las más prósperas gracias a la explotación de la caña de azúcar y el café, aunque esa explotación beneficiaba principalmente a los blancos. La sociedad, estratificada racialmente, generó una mezcla cultural y étnica única.
La Revolución Francesa inspiró la rebelión de esclavos haitianos, liderada por Jean-Jacques Dessalines y Toussaint L’Ouverture, lo que culminó en la abolición de la esclavitud y la proclamación del primer imperio de Haití en 1804. Dicho imperio fue seguido por un período de inestabilidad y golpes de Estado, incluida la unificación de la isla bajo Boyer y la posterior invasión de la República Dominicana. Las décadas siguientes estuvieron marcadas por crisis económicas y bloqueos internacionales.
En 1915, Estados Unidos ocupó Haití para proteger sus intereses comerciales, dejando un legado contradictorio de desarrollo en infraestructura y desigualdad social. La dictadura de los Duvalier impuso un régimen autoritario y represivo que duró décadas.
A pesar de los esfuerzos por restaurar la democracia, Haití ha luchado contra la inestabilidad política y la pobreza. Tras el terremoto de 2010, la presencia de la ONU ha sido un intento de estabilización, pero el país sigue enfrentando desafíos significativos.
UN PRESENTE INCIERTO
Hoy, Haití enfrenta una grave crisis de violencia, con pandillas y mafias controlando gran parte de la capital. El Primer Ministro, Ariel Henry, se vio impedido de ingresar al país y forzado a convocar elecciones y anunciar un consejo de transición. En Puerto Príncipe, las pandillas han atacado el aeropuerto y el Ministerio del Interior en busca de responsables, incluyendo autoridades policiales, militares y ministros. Se ha declarado estado de emergencia y toque de queda, pero la policía no puede hacer cumplir estas medidas debido al aumento de la violencia. Las pandillas han saqueado arsenales y liberado a al menos 4.500 presos.
El país más pobre de América sufre una crisis que ha fortalecido a los grupos criminales. La falta de institucionalidad y la debilidad estatal han permitido que estas bandas operen libremente. Los desastres naturales, como los terremotos y los huracanes, solo exacerban la situación en un país con infraestructura antigua y frágil. Aunque la ayuda internacional ha sido proporcionada, también ha planteado desafíos, como los límites en la capacidad de Haití para recuperarse por sí mismo.
La historia de Haití está marcada por dictaduras, golpes de Estado y falta de planificación a largo plazo, lo que ha llevado a una ilusión de servicios públicos. Las pandillas comenzaron a ganar poder en los años 90, cuando fueron utilizadas por el Jean-Bertrand Aristide como su ejército privado. Ahora, su crecimiento descontrolado ha llevado a la nación al borde del colapso. La pobreza y la marginalidad han alimentado este problema y permitido que las pandillas adquieran un poder que amenaza con tomar el control total del país.
Fuente: Revista Universitaria UC