En un año marcado por una ola inédita de elecciones en todo el mundo, con cerca de 80 procesos electorales en alrededor de 70 países, América Latina se encuentra igualmente inmersa en un intensa maratón electoral. Desde este mes de abril hasta finales de julio, la región llevará a cabo numerosos procesos electorales de diversa naturaleza cuyos resultados tendrán un fuerte impacto en el escenario político latinoamericano.
Ecuador inaugura esta frenética actividad el 21 de abril con una crucial consulta popular y un referéndum especialmente sobre temas de seguridad, cuyos resultados serán determinantes para la presidencia de Daniel Noboa. A este evento le siguen las elecciones generales en Panamá, del 5 de mayo, y las presidenciales y legislativas de la República Dominicana, el 19 del mismo mes. México acapara la atención central el 2 de junio con sus elecciones generales, seguidas, veintiocho días después, por las elecciones internas en Uruguay para definir las candidaturas presidenciales. Finalmente, cerrando este frenético rally, el 28 de julio tendrán lugar las cuestionadas “elecciones” presidenciales en Venezuela.
Además de estos cuatro meses de intensa actividad electoral, a principios de año se celebraron las elecciones presidenciales y legislativas en El Salvador, donde Nayib Bukele logró su reelección inconstitucional y su partido obtuvo un control absoluto de la Asamblea Legislativa. Para culminar el año, el 27 de octubre se llevarán a cabo las elecciones generales en Uruguay. A este apretado calendario electoral se suman las elecciones municipales que ya tuvieron lugar entre febrero y marzo en Costa Rica, República Dominicana y El Salvador, y las que están programadas para octubre en Chile y Brasil. Por razones de espacio analizaremos únicamente las cuatro elecciones presidenciales.
La elección presidencial en el país canalero tiene lugar en una coyuntura caracterizada por la incertidumbre y una alta complejidad política, económica y social. El expresidente Ricardo Martinelli, que venía liderando las encuestas, fue correctamente inhabilitado por la justicia electoral por tener una sentencia en firme por lavado de activos (artículo 180 de la Constitución). Actualmente está asilado en la Embajada de Nicaragua en Panamá, desde donde hace un activo proselitismo en favor del candidato que lo sustituyó, José Raúl Mulino, quien encabeza de momento todas las encuestas, aunque no hay seguridad de que pueda continuar en campaña debido a que existe un recurso de inconstitucionalidad en su contra ante la Corte Suprema de Justicia. No hay fecha definida de cuándo se podría pronunciar el alto tribunal ni qué decisión tomará. En segundo lugar, y a bastante distancia, 15 puntos, se ubican Martín Torrijos, Rómulo Roux y Ricardo Lombana, en un triple empate. La tradición de alternancia en el poder desde 1994, la mediocre gestión del presidente Cortizo y la baja intención de voto del candidato oficialista, José Gabriel Carrizo, sugieren como el escenario más probable una nueva alternancia.
El proceso electoral se desarrolla en medio de un panorama político tenso. El presidente Luis Abinader, del Partido Revolucionario Moderno, busca la reelección con el objetivo de consolidar su liderazgo y afianzar las reformas iniciadas durante su primer mandato. La oposición, que no logró presentar una fórmula presidencial unificada de cara a la primera vuelta, tiene tres candidatos principales: el expresidente Leonel Fernández, de la Fuerza del Pueblo; Abel Martínez, del Partido de la Liberación Dominicana, y Miguel Vargas, del PRD, quienes buscan capitalizar el descontento popular y presentarse como una alternativa viable al oficialismo. Desde 2008 a la fecha, todos los presidentes que buscaron la reelección la obtuvieron en primera vuelta. A la luz de la mayoría de las encuestas este pareciera ser el escenario más probable.
La elección presidencial se presenta como un hito histórico en la política mexicana, con la posibilidad de que el país elija a su primera presidenta. Claudia Sheinbaum, de la oficialista MORENA, de momento lidera por amplio margen las encuestas frente a Xóchitl Gálvez, de la coalición opositora “Frente Amplio por México”. Sheinbaum, exjefa de gobierno de Ciudad de México, respaldada activamente por el presidente López Obrador, ha prometido continuar con su agenda de transformación social y económica. Sin embargo, su gestión ha sido objeto de críticas en temas como seguridad pública y derechos humanos. Por su parte, Gálvez representa una alternativa para aquellos que desean un cambio en la dirección política del país, aunque su candidatura enfrenta el desafío de unificar a una oposición poco organizada. Sin embargo, la campaña electoral sigue girando en torno a López Obrador y las elecciones parecen un plebiscito sobre su figura y gestión. Hay que poner lupa asimismo en cómo quedará integrado el Congreso, tema clave que definirá las condiciones de gobernabilidad, y en los altos niveles de violencia política: 27 asesinatos políticos en los últimos 10 meses.
La “elección” presidencial en Venezuela se llevará a cabo en un contexto de crisis política y humanitaria muy severo. El régimen autoritario ha venido aumentando la represión en los últimos meses. A pesar de las sanciones internacionales y de las críticas de numerosos mandatarios, inclusos de algunos cercanos como Lula y Petro, Maduro, vía el Consejo Nacional Electoral, ha manipulado el proceso de inscripción de candidaturas para dividir a la oposición y tener unas elecciones “a la carta”, escogiendo o bloqueando a sus competidores. La principal opositora, María Corina Machado, no pudo inscribirse por estar injustamente inhabilitada. Tampoco lo pudo hacer por problemas “técnicos” su sucesora Corina Yoris. Frente a ello, debieron proponer un candidato “tapado”: Edmundo González Urrutia, que podría ser sustituido hasta 10 días antes de la fecha de la elección. Las perspectivas son poco alentadoras. A menos que se retomen los Acuerdos de Barbados, el régimen autoritario que teme perder el poder en unas elecciones libres y transparentes, volverá a consumar una farsa electoral como en 2018.
El pulso electoral de los próximos cuatro meses constituye un momento clave para la región. Cada país enfrenta sus propios retos y los resultados de estas cuatro elecciones tendrán un impacto significativo en la reconfiguración del mapa político latinoamericano, caracterizado por una disminución de la tendencia del voto de castigo a los gobiernos de turno, la prevalencia de la continuidad de los oficialismos por sobre la alternancia y una mayor diversidad ideológica entre los mandatarios de la región.
Fuente: La Tercera