La falta de transparencia de los resultados tras las elecciones de Venezuela y la proclamación de Nicolás Maduro como presidente electo por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE), siguen aumentando los cuestionamientos a la legitimidad de dichos comicios y la presión por parte de la comunidad internacional.
Para el diplomático y abogado Pablo Cabrera, esta crisis se desarrolla en un contexto donde “el ciclo de la democracia representativa está muy resquebrajado. Entonces, para entender qué es lo que hay que hacer, hay que mirar la historia de Venezuela, cómo se ha desarrollado esa historia, y cuáles son las responsabilidades que le caben a la comunidad mundial”.
En esa línea, Cabrera agrega que “la tensión entre caudillismo e imperialismo sigue muy presente en la historia política” de ese país, por lo que el rol de las Fuerzas Armadas es determinante. “Han caído en esa tendencia de degradación social que se ve en Venezuela. Entonces, en la medida que sean utilizadas políticamente y se constituyan como partidos insertos en la política contingente, es muy difícil trazar un camino”.
-¿Qué le parece la declaración del Centro Carter, que estuvo como observador en estas elecciones, donde concluyeron que “no puede ser considerada como democrática”?
– Tiene mucha importancia, porque creo que esto consolida definitivamente que el sentimiento de fraude más bien es una realidad. El Centro Carter fue invitado oficialmente por el Gobierno de Venezuela y ha trabajado con el Gobierno muchas veces. Ha tenido siempre una participación importante en lo que ha sido el análisis político y el seguimiento de la política en América Latina. El Centro Carter esperó más de 72 horas para hacer una declaración de esa naturaleza, por lo que creo que eso le da definitivamente una patente de que ha sido un fraude a todas luces.
-¿Cuál es su lectura de las reacciones de los diferentes líderes de la región? Las declaraciones del Presidente Gabriel Boric y también del presidente Lula da Silva, coinciden en la necesidad de transparentar las actas de las elecciones.
-Creo que la región ha tenido una posición frente a Venezuela bien dispar, no ha habido una posición uniforme todavía, y esta vez creo que la reacción del Presidente Boric de Chile ha sido categórica y muy reconocida en términos universales. Su posición desde un principio revela que no tiene cálculos políticos en política exterior y que ha actuado en consonancia con sus principios, frente a lo que es el ejercicio de la democracia y el respeto a los derechos humanos.
Hay que recordar que en la región existe la Carta Democrática y ha sido bien tenue para aplicarla, por razones conocidas. La Carta Democrática establece que la democracia no solo es un concepto, sino que es un ejercicio y un derecho. Tiene categóricamente un mensaje en ese sentido.
En lo que se refiere a Brasil, aunque un poco tardía la reacción, tiene un impacto en cuanto a que el presidente Lula siempre actuó como una suerte de intermediario con el Gobierno de Venezuela. Hay que ver también cuáles son los posicionamientos estratégicos de los países, porque Venezuela no es cualquier actor en la región, está ubicado estratégicamente, teniendo en cuenta que la geopolítica y la ubicación geográfica son importantes en el diseño del orden internacional.
Pablo Cabrera cree que la exigencia, a través de un asesor importante como Celso Amorim, quien ha tenido conversaciones con el Gobierno de Venezuela, ha sido clave. Aunque aclara que “hacer una declaración de esta naturaleza por parte de Lula, también da un mensaje esperanzador. La esperanza ha sido vejada quizás por parte del Gobierno de Venezuela, ha jugado con la fe pública de los latinoamericanos”.
“Venezuela optó por una posición aislacionista, muy contraria a estos tiempos, con el objeto de permanecer en el poder. No creo que pueda ser algo sostenido, porque la ola de reacciones va creciendo y la gente ha ido superando el miedo”.
-¿Qué pasaría si los resultados no son completamente verificables con la entrega de las actas que comprometió Nicolas Maduro? ¿Qué rol pueden jugar organismos internacionales como la OEA, para no quedarse solo en la retórica ante un conflicto que puede ir en escalada en términos de violencia?
-La discusión entre caudillismo e imperialismo ha estado presente en la historia de Venezuela desde el siglo XIX hasta hoy día, se ha repetido. Por lo que creo que hay que mirar cómo el pueblo venezolano puede influir en la política y en la construcción de la democracia. Muchas de las fichas se han puesto en que el cambio puede venir de afuera, creo que la presión internacional sigue teniendo importancia, pero el mundo ha cambiado mucho”.
El valor de la democracia, que para nosotros es un elemento central y neurálgico –cuando digo nosotros, los latinoamericanos–, está siendo puesta a prueba en todas partes del mundo. El ciclo de la democracia representativa está muy resquebrajado. Entonces, para entender qué es lo que hay que hacer, hay que mirar la historia de Venezuela, cómo se ha desarrollado esa historia, y cuáles son las responsabilidades que le caben a la comunidad mundial frente a lo que sucede en ese país, para poder sacar alguna enseñanza frente a lo que está sucediendo.
Creo que los impulsores más grandes del sistema democrático y educativo en Venezuela, que tiene que ver con el desarrollo institucional del país, fueron Mariano Picón Salas y Rómulo Betancourt. Ellos vieron siempre a Chile como ejemplo en lo que era el desarrollo político institucional de Venezuela y estructuraron las bases del Gobierno democrático que después tuvieron. Creo que eso, de alguna manera, nos puede enorgullecer en cuanto a nuestra historia.
Y, por otro lado, nos da también una responsabilidad y una obligación, frente a que los venezolanos saben cuánto Chile ha contribuido al desarrollo institucional de ese país. Venezuela ha respetado eso y ha sido recíproco de Chile en momentos difíciles, y creo que la actitud del Presidente Boric lo pone de manifiesto, tenemos la obligación de tomar un liderazgo de esa naturaleza.
En las organizaciones que nosotros hemos estructurado en la región, como la Organización de Estados Americanos, a veces los efectos de sus resoluciones no son los esperados, pero no son los esperados no porque quieran los gobiernos o la población, sino que la situación mundial está un poco así. Yo creo que hay un congelamiento en la eficacia de los organismos internacionales y ahí inserto esta reacción irracional del Gobierno de Venezuela de hacer toda una pantomima de ejercicio democrático.
Los propios venezolanos deben ser los actores principales, pero no los podemos dejar solos. Creo que tenemos una responsabilidad en el mundo globalizado, mediante la cooperación internacional que rige nuestra política exterior, por lo menos en Chile, y trabajar para no producir un drama humanitario, pero sí que las autoridades sepan cuán fuertes son los principios y valores que inspiran a nuestra región en lo que se refiere a la conducción de los países.
-Autoridades han advertido que es urgente que los países de la región se coordinen ante una eventual nueva ola migratoria. ¿Comparte esos términos de preocupación?
-Creo que prender estas luces amarillas no contribuye mucho a la solución del problema que está viviendo Caracas. Creo que eso está llamando quizás a cerrar la puerta por fuera y dejar a los que no pueden salir o a los que no pueden aspirar a otra vida, dejarlos condenados a sufrir una dictadura.
El tema migratorio está presionando la agenda global hoy día. Para eso estamos los diplomáticos, por lo menos para ir buscando vías de solución, ir amortiguando los golpes que se producen en contra del derecho internacional, en la ineficacia de los organismos internacionales, o los grandes desafíos del cambio climático, de la economía, etc. Debemos tener un buen sentido de cooperación y no a la defensiva, hay que trabajar más bien accionando.
Por eso yo destacaba lo que es la relación entre Chile y Venezuela, en lo que ha sido el pensamiento político que ha animado la conformación de nuestras naciones. Cuánto hemos contribuido y cuán diferentes somos, hay que mirar las particularidades de cada país, la historia de cada uno. El tejido social de Venezuela es muy distinto al nuestro. La ubicación geográfica y el clima hacen que el sentimiento de las necesidades más primarias sea distinto en países del sur con el país caribeño. La misma naturaleza que provee cosas distintas a lo que se provee en otras partes. Y la organización política, esto de caudillismo e imperialismo, creo que está muy presente en la historia política de Venezuela y lo sigue estando.
-¿Cómo se conduce esta crisis con un Gobierno que tiene la fuerza militar de su lado?
-Es un tema importante que tiene que ver con la evolución y la historia política del país. Venezuela no es eminentemente lo que conocimos como los regímenes comunistas, pero los métodos que se usan para ejercer el poder son similares. Rusia, que era el ejemplo del comunismo internacional en la época de la Guerra Fría, o China como la tercera vía del comunismo, hoy día no tienen una raigambre internacional, donde se pueda decir que una u otra son tradicionalmente comunistas. Hay temas relativos a la separación de poderes, la libertad de expresión, no son solo las elecciones, sino que hay otros elementos, donde también es importante el papel de las Fuerzas Armadas.
Sabemos que en democracia están subordinadas al poder civil, pero en esos países hay tendencia a ir hacia el autoritarismo, donde justamente las Fuerzas Armadas son el principal sostén político de los gobiernos. Se transforman prácticamente en partidos políticos.
Por lo que hemos visto, por diferentes situaciones como la corrupción y otros elementos que concurren al deterioro de la situación en Venezuela, las Fuerzas Armadas tienen un rol ahí. Han caído en esa tendencia también de degradación social que se ve en Venezuela. Entonces, en la medida que las Fuerzas Armadas sean utilizadas políticamente y se constituyan como partidos políticos importantes, insertos en la política contingente en la toma de decisiones, es muy difícil trazar un camino. Lo que se necesita son luces de los principios básicos de lo que es la democracia y lo que inspiró la Carta Democrática de América Latina en 1991, que está vigente.
El régimen de Venezuela se ha amparado en una situación internacional bien especial, ha tomado la oportunidad para dar este zarpazo que ha comprometido la fe pública de los latinoamericanos. Entonces, lo de Venezuela para nosotros es más que una elección, está inserto en esta confrontación que cada día se expande más entre autoritarismo y democracia. Es un ejemplo importante que nosotros no podemos dejar escapar como solo una situación oportuna que ellos tomaron y que puede ser aprobada por un grupo importante de países.
Los países están muy enfocados en solucionar sus propios problemas, más que los problemas internacionales, pero creo que la ubicación geográfica de Venezuela y su proyección, implican un punto de inflexión sobre el cual la reacción tiene que ser más uniforme y mucho más severa en cuanto a lo que está sucediendo ahí.
Fuente: El Mostrador