Opinión

ONU: reforma y oportunidad

El Presidente Gabriel Boric se dirigió, por última vez en su período, a la Asamblea General de las Organización de las Naciones Unidas (ONU). En la oportunidad presentó la candidatura de la expresidenta Michelle Bachelet a la Secretaría General de la Organización. Por cierto, una gran noticia para todos los chilenos, que independiente de su postura política, deben apoyarla. De salir electa, tiene una serie de desafíos fundamentales en una organización que demuestra estar desconectada de la real situación geopolítica del mundo y disminuida en su capacidad de resolver conflictos.

Este es uno de los temas centrales que estuvieron subyacentes durante la primera semana de la 80ª Asamblea General en Nueva York. Es indispensable pensar en una reforma estructural para una institucionalidad que fue ideada para un mundo que terminó con la Guerra Fría. Basta ver la realidad del Consejo de Seguridad, que en los últimos años ya no tiene protagonismo alguno para resolver conflictos y su composición tiene poco que ver con la realidad de los actores internacionales que pesan en la actualidad. Además, se debe considerar que el veto mutuo entre EE.UU., China e Rusia no permite llegar a ningún acuerdo significativo. Dejó incluso de ser un lugar relevante de negociación política, siendo reemplazado por el G7 o foros similares.

Por otro lado, la propia Asamblea no termina por dialogar de manera adecuada con las distintas agencias que tiene el organismo. En este sentido, pareciera que la necesidad de una reforma pasa por tener un nuevo marco que le entregue sentido y propósito a todo el sistema, especialmente cuando países como EE.UU. boicotean varias de las oficinas especializadas. Todo el complejo andamiaje requiere una auditoria global permanente para que se sepa con claridad dónde van los recursos. Se necesita verificar que la ayuda va para mejorar la calidad de vida de los más pobres, asegurar la paz y mejorar el multilateralismo.

Muchas discusiones se dieron a puertas cerradas, mientras que para el público global fue escuchar discursos de jefes de Estado, Gobierno y ministros de Relaciones Exteriores. Este es un tiempo de crisis donde se escucharon más recriminaciones mutuas que puntos de acuerdo para el diálogo. Si bien, de por sí fue útil como tribuna, no sirve si es que no existe una escucha activa del otro.

Seamos claros, la necesidad de reforma urgente no tiene que ver con la pretensión de cerrar o eliminar a la ONU como ciertos sectores políticos manifiestan en Occidente y en Chile. La experiencia histórica es iluminadora al respecto: el fracaso de la Sociedad de las Naciones fue una de las causas directas de la Segunda Guerra Mundial. Es un espacio fundamental para que la comunidad internacional pueda establecer límites al accionar de los Estados, a la vez que es el foro multilateral por excelencia. Lo que resta de la Asamblea General debe ser una oportunidad para dar sentido y viabilidad a la organización, a la vez que necesaria para mejorar el nivel de diálogo global.

Quizás en manos de la expresidenta Bachelet recaiga una oportunidad histórica en la que todos podemos contribuir.

Fuente: La Tercera