La decisión de la Presidenta Bachelet de impugnar la competencia de la CIJ ante la demanda boliviana es una señal de defensa de nuestra soberanía.
LA PRESIDENTA Bachelet, en una clara señal política con sólido fundamento jurídico y amplio apoyo de autoridades, expertos y comunidad en general, resolvió y comunicó que Chile impugnará, dentro del plazo, presentando excepciones preliminares, la competencia de la Corte Internacional de Justicia para conocer de la demanda interpuesta por Bolivia. Con su decisión, la Mandataria gana iniciativa y aplica el principio de libertad de acción, tanto en lo interno como en el ámbito externo.
Según destacados teóricos, libertad de acción e iniciativa constituyen la esencia de una estrategia exitosa. La oportunidad, la señal que Chile entrega al mundo, la cohesión social que se genera a nivel interno, la defensa decidida de nuestra soberanía y el valor para el derecho internacional de exigir el respeto a los tratados vigentes constituyen una clara señal que nuestro país entrega en el contexto del sistema internacional actual, tan necesitado de señales que lo fortalezcan.
En lo interno, la Mandataria zanja -en sintonía con una mayoritaria opinión pública- las diferencias entre quienes adherían a la fórmula resuelta y aquellos que optaban por hacerlo en la etapa de la contra memoria. La resolución genera la necesaria cohesión interna en un caso como el que vivimos.
A no dudar el curso de acción elegido, como toda decisión implica riesgos. Un escenario adverso se daría si la corte rechaza la solicitud y se declarara competente. Sin embargo, incluso así la opción elegida tiene ventajas, ya que Chile habrá dejado constancia de nuestra impugnación en derecho a la atribución de la corte, lo que en una etapa posterior, de ocurrir un fallo contrario, nos podría llevar en su oportunidad a decidir no seguir el juicio. Sin embargo, los antecedentes jurídicos existentes hacen pensar que otro escenario es factible y de mayor probabilidad de ocurrencia: que la corte acoja la solicitud de Chile, lo que llevaría a acabar el juicio, siendo ésta una óptima solución.
Chile no podía aceptar la pretensión del Presidente Evo Morales que un tribunal exigiera a nuestro país negociar sobre acuerdos plenamente vigentes y, adicionalmente, preconfigurar una única respuesta a su demanda, cual es la entrega de un acceso soberano al Pacífico. Esa exigencia lleva implícito el objetivo histórico boliviano de controlar la zona geopolítica de Arica y desde allí proyectar otro tipo de demandas, donde incluso las han vinculado a objeciones de nuestros derechos sobre los yacimientos mineros del norte grande. Pretensiones de ese nivel requerían de una respuesta categórica como la entregada.
Libertad de acción implica que la autoridad eligiera, como lo hizo la Presidenta Bachelet, acciones conducentes al logro de los objetivos, sin restricciones que los limiten. Así se ha obtenido recuperar la iniciativa que hasta el momento tenía Bolivia. Ahora a todos nos cabe potenciar y asegurar los fundamentos que nos hacen creer que lo obrado nos llevará a lograr nuestro objetivo, pero al mismo tiempo aspirar a una armónica relación con Bolivia.
Fuente: La Tercera